Ese tipo que toca la armónica by Lou Carrigan

Ese tipo que toca la armónica by Lou Carrigan

autor:Lou Carrigan
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
publicado: 1978-05-31T22:00:00+00:00


CAPÍTULO V

Lo primero que vio al abrir los ojos fue el techo. Parpadeó, y mientras lo hacía volvió a sonar el teléfono. Se sentó en el sofá, y miró hacia el aparato, que volvía a sonar… Había sol en el bonito living de la cabaña…, y aún entró más, procedente de la ventana del dormitorio cuando la puerta de éste se abrió, y apareció Sally, todavía con un gesto de sobresalto en el rostro, mirando hacia el sofá.

—Yo contesto… —farfulló Peppard, caminando hacia el teléfono—. ¿Diga?

—Hola, señor Flanagan.

—Ah… Buenos días, señor.

—Tengo noticias para ti.

El G-man miró su reloj.

—Así lo supongo, para que me llames a las siete y diez de la mañana… ¿Qué ha ocurrido?

—Como ocurrir, nada grave. Sólo hemos estado obteniendo pequeños resultados. ¿Te gustaría saber lo que es eso llamado «Old Fisher»?

—«Viejo pescador»… ¿Qué es, señor?

—Una lancha…, con radioteléfono.

—Humm… Parece que da usted una importancia especial al hecho de que esa lancha contenga teléfono, a mí me parece una cosa bastante corriente.

—Lo es. Pero resulta que el número de ese radioteléfono es uno de los seis que había en la libretita de Dennis Blakeston.

—Estupendo. ¿Sabe también a quiénes corresponden los demás teléfonos?

—Jim, vamos a encontramos dentro de unos minutos en el extremo de Main Street, junto a Seaside Park. La lancha ha sido incluso localizada y quiero que vengas conmigo allá.

—De acuerdo, señor.

—Pero antes, pasa a recoger a la señorita Bullock a su apartamento. La vamos a necesitar.

—¿La señorita Bullock? ¿Para qué?

—Ya te lo diré. Pasa a recogerla.

—Pues…, Oh, sí, señor, sí, claro.

—¿Qué te pasa?

—Nada, nada. Estaré junto a Seaside Park dentro de quince o veinte minutos. ¿Está bien así?

—Vale.

El inspector Potters colgó, y Peppard hizo lo mismo, pensativo. Se volvió, y respingó al encontrarse a Sally ante él, mirándole sonriente, dulcemente.

—Buenos días —saludó ella.

Le echó los brazos al cuello, y le besó. Jim Peppard se dijo que era un hermoso despertar, y que sería una estupidez estropearlo, después de todo, así que se dedicó con gran entusiasmo a desearle a su vez los buenos días a Sally Bullock, que emitió un gemidito, y apretó más con sus brazos el cuello del G-man…, de modo que éste decidió cortar el matutino saludo antes de que las cosas se complicasen.

Apartó a Sally y dijo:

—Me parece que voy a tener tortícolis también esta mañana, si no te vistes pronto.

—Oh, es verdad… ¿Ya no te duele el cuello?

—Volverá a dolerme. Ve a vestirte… Nos vamos de aquí enseguida, a ver a mi jefe.

—Sí, me has mencionado… ¿Por qué? ¿Qué estabais hablando de mí?

—Solamente sé que mi jefe asegura que vamos a necesitarte. No sé más, de veras. Date prisa: no quisiera hacerle esperar.

* * *

—Caramba —se sorprendió el inspector Potters—, ¡qué rapidez, Jim! Si me descuido llegas antes que yo, a pesar de haber tenido que ir a recoger a la señorita Bullock a su apartamento…

—¿Recogerme? —Parpadeó Sally—. ¡Pero si no hemos estado en mi apartamento!

—¿Qué…?

—Hemos pasado la noche juntos, inspector Potters, y en la misma cabaña… ¿Por qué menciona mi



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