Epílogo by C. J. Roberts

Epílogo by C. J. Roberts

autor:C. J. Roberts
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Romántico, Novela
publicado: 2014-05-22T22:00:00+00:00


—¡Dios! Creo que mañana voy a llevar zapatillas todo el día. Mis pies me están matando. —Livvie cojeó hacia la silla del escritorio de nuestra habitación e inmediatamente se estiró para quitar la tira que sujetaba el zapato en su lugar.

—Fue idea tuya caminar a todas partes —me reí mientras me mofaba de ella—. Ahora tendrás ampollas para conmemorar nuestro viaje a París. Puedes contarle a Claudia todo acerca de las tiritas parisinas que te compré en recepción. —A modo de burla cambié la voz imitando su vocabulario—. Estará tan celosa. —Hice una mueca de dolor mientras me quitaba los zapatos. Livvie me fulminó con la mirada.

—Sólo espero que sea capaz de oírme por encima del sonido de sus propias carcajadas cuando le cuente como le chillaste a aquel adolescente y a su novia en el ascensor.

—¡Estaban saltando de arriba a abajo! Sacudían la cosa entera. Son afortunados de que solo chillara. —Puse una silla delante de Livvie y estiré el brazo hacia uno de sus pies. Estaba tentado de hacerla volcar para detener sus carcajadas.

Su risa se transformó en un largo gemido lastimero mientras frotaba sus pies con ambas manos.

—¡Oh! Te amaré para siempre si no te detienes.

Un extraño calambre se propagó por mi pecho. Lo ignoré. Si Livvie me amaba, no tenía ninguna prisa en hacérmelo saber y yo no había sacado a relucir mis sentimientos por ella desde Acción de Gracias. Estábamos llevando las cosas despacio y conociéndonos. Lo discutiríamos con todo lujo de detalle. En cualquier caso, las palabras me revolvieron. El vacío bostezó como si despertara de una siesta.

—Esto no es caballerosidad —argumenté—. Espero que me devuelvas el favor completamente cuando termine. Además, creo que un buen masaje de espalda está a la orden del día. Mis músculos están tensos después de haber sido encerrado y apretado en nuestra gradual y tortuosa ascensión.

Livvie sonrió con los ojos cerrados.

—Amo la forma en que dices las cosas.

Estaba completamente perdida ante mi asistencia. Su falta de tacto en la elección de palabras ni siquiera se le pasaba por la cabeza y supuse que lo hacía mucho más fácil de perdonar. Sabía que aunque no me amase, se preocupaba por mí en gran medida y nunca me haría daño a propósito.

Livvie continuó:

—¿Consigo un masaje de pies y la oportunidad de frotarte? Realmente soy la chica más afortunada de París. ¿Siquiera te das cuenta de cómo te miran las mujeres, Caleb? James. Lo que sea. Tú simplemente... eres jodidamente hermoso, eso es lo que eres.

—Guapo. Soy guapo. Y no, no me doy cuenta. Estoy demasiado ocupado mirándote. O usando mi cuidadosamente trabajada mirada mortífera para amenazar a cualquier hombre lo suficientemente estúpido para poner los ojos sobre ti. —Sonreí por el suspiro de satisfacción que obtuve de Livvie.

—Sí, definitivamente tienes talento para las palabras. Deberías ser escritor; verdaderamente estas lo suficientemente jodido para el trabajo

—¿No eres tú la escritora?

Livvie abrió los ojos y se incorporó. Hubo un breve momento en el que percibí que estaba nerviosa, pero se desvaneció rápidamente. Era todo sonrisas coquetas cuando habló.



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