Ensayos by Ralph Waldo Emerson

Ensayos by Ralph Waldo Emerson

autor:Ralph Waldo Emerson [Emerson, Ralph Waldo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1844-01-01T00:00:00+00:00


El poder supremo de los momentos divinos es abolir también nuestra contrición. Me acuso a diario de perezoso e improductivo, pero cuando me invaden estas olas de Dios ya no calculo el tiempo perdido. Ya no cuento pobremente mis posibles logros por lo que me queda del mes o el año, porque estos momentos confieren una especie de omnipresencia y omnipotencia que no pide nada de la duración, sino que ve que la energía de la mente es conmensurable con el trabajo que ha de hacerse al margen del tiempo.

¡Así, oh filósofo circular, oigo exclamar a un lector, has llegado a un fino pirronismo, a una equivalencia e indiferencia de todas las acciones, y nos enseñas que, si somos sinceros, en verdad, nuestros crímenes pueden ser grandes piedras con las que construir el templo del verdadero Dios!

No me preocupa justificarme. Reconozco que me alegra ver el predominio del principio sacarino en la naturaleza vegetal y no menos contemplar en la moral esa irrestricta inundación del principio del bien en toda grieta y agujero que el egoísmo ha dejado abierto, sí, en el egoísmo y el pecado mismo, de modo que ningún mal es puro, ni el infierno mismo carece de satisfacciones extremas. Ahora bien, para no descarriar a nadie mientras obedezco a mi cabeza y mis caprichos, dejadme recordar al lector que solo soy un experimentador. No concedáis el menor valor a lo que hago ni el mínimo descrédito a lo que no, como si pretendiera considerar algo verdadero o falso. Trastorno todas las cosas. No hay hechos sagrados para mí, ni profanos; simplemente experimento, un buscador interminable, sin pasado alguno a mi espalda.

Sin embargo, nunca podríamos ser conscientes de ese movimiento y progresión incesante del que forman parte todas las cosas salvo por el contraste con cierto principio de fijación o estabilidad en el alma. Mientras la eterna generación de círculos procede, el eterno generador permanece. Esa vida central es algo superior a la creación, superior al conocimiento y pensamiento, y contiene todos sus círculos. Se esfuerza por siempre para crear una vida y pensamientos tan amplios y excelentes como ella misma, aunque en vano, porque lo hecho instruye sobre cómo hacerlo mejor.

Así, no hay sueño ni pausa ni preservación, sino que todas las cosas se renuevan, germinan, brotan. ¿Por qué deberíamos importar jirones y reliquias a la hora nueva? La naturaleza aborrece lo viejo y la vejez parece la única enfermedad; las demás paran en esta. La llamamos con muchos nombres, fiebre, intemperancia, locura, estupidez y crimen; son formas de la vejez, son el descanso, el conservadurismo, la apropiación, la inercia, no la novedad ni el camino adelante. Encanecemos a diario. No veo la necesidad de ello. Si conversamos con lo que está por encima de nosotros no envejecemos, sino rejuvenecemos. La infancia, la juventud, receptiva, aspirante, con la mirada religiosa en lo alto, no se tiene en cuenta y se abandona a la instrucción que fluye desde todas partes; pero los septuagenarios asumen saberlo todo, han sobrevivido



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