En zapatillas by Mónica Jurjevcic

En zapatillas by Mónica Jurjevcic

autor:Mónica Jurjevcic [Jurjevcic, Mónica]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9789500769105
editor: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
publicado: 2023-04-28T00:00:00+00:00


Invierno

Martín

Van en ronda acunada,

tobillos cansados

y ovarios de hierro,

pariendo el coraje que nadie parió.

“Madres”, Los Caballeros de la Quema

No sé qué pasará en tu escuela, pero a la mía la llenaron de carteles de “salida de emergencia”. Primero, empezaron a joder con los simulacros de incendio. Yo me escondí en los baños, hacía un frío de morirse y nos sacaban al patio, están relocos. Edu, el preceptor, se hizo el quebrado en el suelo, y entraban los bomberos y lo llevaban en una camilla, como si fuera un set de filmación. Nosotros aplaudíamos, “Grande, Edu, qué bien te sale el muerto”. Después, arrancaron con las luces de emergencia. Las pusieron en todos lados, hasta en el patio sin techar.

Tu división no va a Bariloche, de eso me enteré porque el día de la marcha los pibes se cruzaron con las chicas de mi curso y les contaron. Estaban todos ahí, haciéndote el aguante. Se reían y decían que si no los veías ahí, les ibas a mandar maldiciones por cagones.

No sé en qué cielo andarás, pibita. Pero yo creo que tu vieja te quiere ir a buscar. Está quebrada. Dicen que es la enfermedad, pero yo sé que es la tristeza.

La mía ya no me rompe tanto. Apenas pude contarle, casi nada. Se dio cuenta esa mañana, y nunca más pudimos hablar. Lloró tres días seguidos. Me miraba y lloraba. Gabriel la acompañó lo que pudo, pero ahí hubo un cortocircuito y se borró. No sé si no quería bancarla a ella o a mí. O a los dos. Yo no le pregunté nada. Me hice silencio. Sé que me quiere hablar de esa noche pero tal vez no puede, no se anima, tiene miedo de lastimarme o de que me ponga mal. Los miedos de los otros me dan risa ahora. Yo creo que se me puso al lado. Como cuando se fue mi papá, ¿te acordás? Vos me decías “tu mamá se te puso al lado”. Como en San Bernardo, que nos poníamos así, juntos, ella y yo, al lado de esa línea blanca que deja el agua sobre la playa, y desde ahí mirábamos el mar hasta que se nos quedaban las patas enterradísimas en la arena. No me hablaba, estaba ahí conmigo, a la par. Ahora hace igual.

Pero tu vieja sí me buscó para hablar… necesitaba que le contara, y yo ni para testigo sirvo. A veces siento que nunca volví de esa oscuridad.

Tu mamá necesita saber, como si tu cuerpo no hubiera hablado… y yo no puedo contarle nada de vos porque lo único que recuerdo es que te perdiste entre los pibes y me hablaste al oído y estabas tan viva que me dejaste vibrando.

Mi mamá no sabe cómo hablarle. La acompaña a los abogados, a las reuniones con los otros padres, como si ella también tuviera un hijo muerto… Pero estoy acá, aunque no parezca, estoy acá.



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