En el Paititi, guiados por los extraterrestres by Francisco Sosa Mandujano

autor:Francisco Sosa Mandujano
La lengua: eng
Format: epub
editor: Editorial Kolima
publicado: 2019-04-25T00:00:00+00:00

Estas dos comunicaciones nos estimularon mucho, sobre todo en el estado en el que habíamos estado. Al fin había confianza en cada uno de nosotros. Como si Víctor acabara de comprender parte de su misión, se levantó y salió a buscar un transporte.

En ese trabajo habían comenzado para mí las experiencias de visualización. Los Guías, nuestros Hermanos Mayores, me estaban induciendo seguro. Claramente vi un cerro muy alto en forma triangular y en la misma punta, sin tocar al suelo, estaba el Maestro Jesús. Con su diestra me indicaba un lugar; no pude ver su rostro, estaba de perfil y su cabellera lo cubría, iba con una túnica blanca. ¿Qué me indicaba esa visión? me pregunté. Se lo conté a los hermanos recordando la comunicación que decía que nos contásemos todo entre todos.

Al poco rato Víctor regresó con un transporte, cuyo propietario deseaba asegurarse un adelanto. Como Dieter estaba muy preocupado, también había salido a buscar por su cuenta transporte y era nuestro tesorero. No teníamos dinero; al chófer Gregorio Corimanya le explicamos que no dudara de nosotros; Víctor iría con él ya que aún faltaba subir la carga al camión.

Con esa seguridad empezamos a separar lo que dejaríamos en Cuzco y lo que llevaríamos: medicinas, víveres, etc. Víctor y Miguel acomodaron y destinaron una mochila a botiquín. Era el único y último coche; si lo perdíamos no podríamos salir hasta el viernes 24. Víctor nos comentó que el señor Corimanya prefirió llevarnos a nosotros aún cuando había mucha gente que le suplicaba. En ese momento no lo comprendía, pero ahora sí; ahí estaba la mano de los hermanos Guías. La matrícula del camión era WN 1525.

Por fin regresaron a recogernos y solo nos miramos entre todos; nuestros rostros estaban serios al ver que el camión estaba muy cargado y viajaríamos encima de cajas llenas de botellas de cerveza. Dieter, muy preocupado, revisaba el coche y hacía notar su desaprobación, pues tenía las llantas en pésimo estado, no tenía un faro, y además estaba muy cargado. Razones no le faltaban pues conociendo la ruta era lógico; tenía razón y lo entendimos, pero así, sin buscarlo, salíamos a las 15.33 h de la tarde. Al partir vimos que un auto que se encontraba estacionado tenía el número de matrícula 2211; lo vimos varios hermanos y lo comentamos, pues era 22 de noviembre a las 15.33 h y partíamos con el objetivo de llegar a Paititi desde el Cuzco diez hermanos RAMA. 22+11 sumaban 33, y sumados 22-11-1989 (2+2+1+1+1+9+8+9) también daba 33. Era curioso y claro a la vez que todo se daba.

'Por fin estamos en viaje –me decía–. Mañana a estas horas estaremos en Shintuya; qué duro. Veinticuatro horas calculaba Dieter. Es mucho para mí y… si llegamos a esa hora será un día perdido, pues por la tarde ninguna lancha querrá llevarnos', pensaba.

Suponemos que por evitar alguna papeleta con la Policía o no sabemos por qué, el chófer nos llevó por otro camino (por detrás de la cárcel del Cuzco) y, al entrar de bajada de nuevo en la pista, chocamos con un microbús lleno de pasajeros.

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