En el corazón de Jane by Helena Tur Planells

En el corazón de Jane by Helena Tur Planells

autor:Helena Tur Planells [Tur Planells, Helena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-13T00:00:00+00:00


22

—¡No es posible! ¡No puede ser posible! —⁠balbuceó con la voz rota. Y, a continuación, echó a correr con la carta hacia el pasillo que conducía a la zona de dormitorios.

Jane colocó la pluma en el tintero y se levantó deprisa para ir tras ella. No necesitó llegar a la habitación, la encontró derrumbada en una de las escaleras y se sentó a su lado.

—¿Qué ocurre, Victoria? ¿Qué puede ser tan terrible? —⁠le preguntó, temiéndose que se tratara de un tema de salud o incluso vital.

Victoria no sabía responder. Las lágrimas se resistían a caer y hacían que sus ojos parecieran vidriosos. Su mano incrédula mantenía agarrada la carta a la que miraba de vez en cuando como si necesitara confirmar que aquello era realidad. Jane quería pedírsela, pero no se atrevió. La abrazó para que la muchacha se sintiera arropada y ella, nerviosa, aguantó poco el gesto y pronto se separó.

—¡Qué vergüenza! —Fue lo único que se atrevió a decir, mirándola con ojos y nariz enrojecidos y sin dejar de parpadear⁠—. ¡Quiero desaparecer, Jane, quiero desaparecer!

En aquel momento, otras muchachas se habían acercado para averiguar qué ocurría y Jane temió que su amiga se sintiera violentada por la exposición pública de su estado. Le ofreció su mano y le dijo:

—Ven.

Victoria agradeció el auxilio y Jane la ayudó a evitar a aquellas que también querían averiguar qué había motivado tal reacción. Llegaron al dormitorio y, cuando iban a cerrar la puerta, Esther entró precipitadamente tras ellas.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó, mostrando preocupación no solo en la voz, sino sobre todo en la expresividad de sus gestos.

—No lo sé, pero por su estado, se trata de algo grave —⁠respondió Jane al tiempo que le indicaba que cerrara la puerta.

Victoria las miró a las dos, bajó los ojos hacia la carta que continuaba agarrando con fuerza y exclamó:

—¡Muy grave!

Y al fin dejó de retener el llanto.

—¡Oh, Victoria! Dinos de qué se trata, tal vez podamos ayudarte —⁠se ofreció Esther⁠—. Sabes que te queremos.

—Aquellos que más me quieren son quienes me han traicionado —⁠comentó y, rendida, abrió la mano y dejó que cogiera la carta.

Esther se apresuró a aprovechar la oportunidad y la leyó. Jane, más prudente, se mantuvo al margen, pero pudo observar los mismos cambios en el rostro de la joven Pomerance que antes había apreciado en Victoria. La perplejidad también se apoderó de ella, dejó la carta a medias y mirando a la joven que intentaba secarse las lágrimas, dijo:

—¡Oh, Victoria! ¡Cuánto lo siento!

La curiosidad de Jane no aguantó más. Cogió la carta y también la leyó. En efecto, quien abajo firmaba era sir Phillip y, tras confirmar que se encontraba bien de salud y desear que la señorita Durrant se hallara en el mismo caso, pasaba a agradecer la carta que con tanto cariño le había enviado. A continuación manifestaba su sorpresa al haber descubierto en sus líneas que la joven permanecía ignorante de los últimos acontecimientos. Aseguraba que la señora Durrant le prometió que iba a escribirle para poner en su conocimiento los cambios que se habían producido y que afectaban a su relación.



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