Emily, lejos de casa by Lucy Maud Montgomery

Emily, lejos de casa by Lucy Maud Montgomery

autor:Lucy Maud Montgomery [Montgomery, Lucy Maud]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1925-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO DOCE

La señal del pajar

—¿Por qué quieres hacer semejante cosa? —preguntó la tía Ruth, resoplando, por supuesto. Siempre puede darse por descontado un resoplido con cada uno de los comentarios de la tía Ruth, aun cuando esta biógrafa omita mencionarlo.

—Para juntar algunos dólares para mi exiguo monedero —dijo Emily.

Habían terminado las vacaciones y el Libro del jardín estaba terminado también. Se lo había leído en pequeñas entregas al primo Jimmy, en los atardeceres de julio y agosto para deleite suyo. Pero había llegado septiembre, y con el regreso a las clases y el estudio, a la Tierra de la Rectitud, y a la tía Ruth. Emily, con faldas bastante más largas y los cabellos recogidos en una trenza que le rodeaba la cabeza, había regresado a Shrewsbury para su segundo año, y acababa de contarle a la tía Ruth lo que pensaba hacer durante el otoño, los sábados que se quedara en Shrewsbury.

El director del Times de Shrewsbury planeaba lanzar una edición especial para Shrewsbury y Emily iba a recorrer la comarca, hasta donde pudiera, para vender suscripciones. Le había arrancado un consentimiento difícil a la tía Elizabeth, consentimiento nunca hubiera dado si ella hubiera pagado todos los gastos de Emily en el colegio. Pero Wallace pagaba los libros y la enseñanza y de vez en cuando daba a entender a Elizabeth que era un caballero muy noble y generoso por hacerlo. En lo más profundo de su corazón, Elizabeth no quería demasiado a su hermano Wallace y le disgustaban los aires que se daba por la pequeña ayuda que le daba a Emily. Por eso, cuando Emily señaló que, durante el otoño, fácilmente podía ganar al menos la mitad de lo que necesitaría para libros durante todo el año, Elizabeth se rindió. Wallace se habría ofendido si ella, Elizabeth, hubiera insistido en pagar los gastos de Emily cuando a él se le había ocurrido hacerlo, pero no era razonable que se opusiese a que Emily misma ganara parte de éstos. Siempre pregonaba que las muchachas deben bastarse por sí mismas y deben ser capaces de ganarse la vida.

La tía Ruth no podía negarse a algo a lo que la tía Elizabeth había accedido, pero no lo aprobaba.

—¡A quién se le ocurre, sola por ahí!

—Ay, no iré sola. Ilse viene conmigo —dijo Emily.

A la tía Ruth ése no le parecía un panorama mucho mejor.

—Empezamos el jueves —informó Emily—. El viernes no hay clases por la muerte del padre del director Hardy, y el jueves terminaremos a las tres de la tarde. Ese día vamos a recorrer la carretera Occidental.

—¿Puedo preguntarte si pensáis acampar al lado del camino?

—Oh, no. Pasaremos la noche en casa de la tía de Ilse, en Wiltney. Luego, el viernes, volveremos a la carretera Occidental, la terminaremos y pasaremos la noche del viernes con la familia de Mary Carswell en St. Clair. Y el sábado vendremos en dirección a casa, trabajando por la carretera del río.

—Es totalmente absurdo —objetó la tía Ruth—. Ninguna Murray ha hecho jamás nada semejante.



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