El viaje del Brendan by Tim Severin

El viaje del Brendan by Tim Severin

autor:Tim Severin [Severin, Tim]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1976-01-01T05:00:00+00:00


9

La isla de los Herreros

Un buen día, relata el Navigatio. San Brendan y su tripulación se vieron empujados por un viento meridional hacia una pedregosa isla “muy áspera, rocosa y llena de lava, desprovista de árboles y hierba poblada por cantidad de forjas de herreros. El venerable padre (Brendan) dijo a sus hermanos: “Me preocupa esta isla. No quisiera tener que desembarcar en ella, ni siquiera acercarme. Pero el viento nos empuja hacia allí sin remisión”.

”Al costearla y a la distancia de un tiro de piedra, percibieron el sonido de unos fuelles que resoplaban como una tempestad y el golpear de unos martillos sobre el hierro y el yunque. Al oír esto, el venerable padre hizo la señal de la cruz en las cuatro direcciones al tiempo que decía: ‘Señor Nuestro Jesucristo, líbranos de esta isla’.

”Cuando terminó de hablar, he aquí que uno de los isleños salió de su casa como si se dispusiera a efectuar alguna tarea. Estaba cubierto de andrajos y ennegrecido por el fuego y el hollín. Cuando observó que los siervos del Señor pasaban cerca de la isla, retornó a su forja. El hombre de Dios tornose a santiguar y dijo a sus hermanos: ‘Hijos míos, izad las velas y bogad cuan fuerte podáis para abandonar esta isla’.

”No había terminado de decir esto, cuando el mismo salvaje descendió al lugar de la costa más cercano a donde se encontraban, llevando en la mano unas tenazas con la que sujetaba un trozo de escoria ardiente de gran tamaño y que desprendía gran calor. Arrojó inmediatamente ésta a los siervos del Señor, aunque no les causó daño alguno. Pasó a más de ciento cincuenta metros encima de sus cabezas. Las aguas en que cayó comenzaron a hervir como si un volcán hubiese entrado en erupción y de la mar surgió una columna de humo como si se tratara de un horno encendido.

”Y, cuando el hombre de Dios se alejó cerca de una milla del lugar donde cayó el trozo de escoria, todos los habitantes de la isla vinieron corriendo a la playa, con un trozo de escoria encendida cada uno. Algunos comenzaron a arrojarlos a los siervos del Señor, volviendo a sus forjas para hacerse con más escoria. Parecía como si toda la isla ardiese en un inmenso horno y la mar hirviera como cuando se calienta durante mucho tiempo un caldero de carne. Todo el día escucharon el gran clamor que surgía de la isla. Y, cuando la perdieron de vista, todavía les resonaban los aullidos de sus habitantes y les llegaba su hedor. El santo padre confortó a los monjes diciéndoles: ‘Oh, soldados de Cristo, sed fuertes en vuestra auténtica fe y en vuestras armas espirituales, porque nos hallamos en los confines del infierno. ¡Manteneos alerta y sed valientes!’

La mayor parte de los eruditos está de acuerdo en que el Navigatio describía con toda probabilidad la erupción de una isla volcánica con el estruendoso bombardeo de lava encendida que brotaba del cráter, el hedor a azufre



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