El secreto de la Creación by Enric Balasch

El secreto de la Creación by Enric Balasch

autor:Enric Balasch
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga
publicado: 2011-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 6

Recogió a Aurora frente a los jardines del Canal de Isabel II, cerca de la Dirección General de la Guardia Civil, y condujo hacia la Calle 30. En el asiento trasero de su Opel Insignia llevaba el ordenador portátil de Abraham Benari. Aurora lo miró preocupada. Penetrar un sistema informático protegido resultaba muy difícil. Sólo expertos de la Guardia Civil, la Policía Nacional, el Centro Criptológico Nacional o de las policías autonómicas estaban capacitados y disponían de la tecnología necesaria para reventar una clave de acceso encriptada. Sonó su iPhone y Aurora pulsó un botón para dar entrada a la llamada. Julián la observó cabecear, darle las gracias a su interlocutor y guardarse el teléfono en el bolsillo.

—¿Ocurre algo que deba saber? —le preguntó intrigado.

—Alguien pretende asustarme para que abandone la investigación.

—¿Te han amenazado?

—Anoche —le puso Aurora al corriente— encontré un anónimo bajo la puerta de mi apartamento que me invitaba a hacerlo.

—¿Qué decía?

—«Abandone la investigación. Una retirada a tiempo es la mejor victoria».

—Suena a gamberrada —sonrió Julián, sin darle importancia—. ¿De quién sospechas?

—La mandé al laboratorio —le explicó— para que analizaran la escritura, el papel y la tinta y acaban de pasarme el informe.

—Con las huellas y el ADN —dedujo Julián— situarán a tu misterioso comunicante. Apuesto por un vecino que quiere fastidiarte. Seguro que se ha enterado de lo nuestro —bromeó— y ha tenido un ataque de celos.

—No hay huellas ni rastros de epiteliales —afirmó seria— salvo los míos. El papel contiene fibras vegetales del árbol palo brasil y la tinta utilizada para escribir el texto también pertenece a dicho árbol.

—¿Dónde está el problema?

—Que el palo brasil —dijo Aurora, sin salir de su asombro— es un árbol que se extinguió en el siglo XVI.

—Una tinta y unas fibras antiguas —murmuró Julián, dejando de bromear.

—Eso parece —convino—. Según me han comentado del laboratorio, los colonos portugueses cortaron millones de árboles de palo brasil para exportar su madera y extraer una tinta muy apreciada por la aristocracia europea.

—¿Y la escritura?

—De escuela caligráfica —dijo Aurora—. El estudio grafológico resulta inútil.

—Alguien quiere amedrentarnos.

—Eso parece.

Julián cabeceó preocupado, sin encontrarle una explicación, y aceleró para adelantar a una furgoneta.

—Debemos mantener la calma —afirmó al concluir la maniobra.

—Esta mañana —dijo Aurora para cambiar de tema— he leído tu artículo en El País. Ayer trabajaste duro.

—Quería entregarlo antes del cierre de la edición.

—Sólo hablabas —sonrió— de redes de tráfico ilegal de obras de arte y de la posible implicación de Osvaldo Sousa y René Chénier en la compraventa de cuadros robados y varios asesinatos en Sudamérica. Nada de libros raros, ni cábala, ni un sicario vestido de fraile. Un artículo muy ambiguo teniendo en cuenta la información de que dispones.

—Me apliqué mi propio consejo —arguyó Julián—. Tampoco quería acabar en el diván de un psiquiatra. —Siguió las indicaciones del GPS de su Opel Insignia y enfiló en dirección a Alcobendas—. El artículo me ha servido para convencer al jefe de mi departamento y prorrogar el plazo de la investigación. Dispongo de financiación durante otros diez días.



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