El rey del país lluvioso by Nicolas Freeling

El rey del país lluvioso by Nicolas Freeling

autor:Nicolas Freeling [Freeling, Nicolas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1965-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Se despertó hacia el mediodía, sintiéndose muy dentro del papel del detective. Haría los honores debidos a una buena comida, y se desentendería de sus fantasmas. Tenía que pensar en su inmediato problema. Si Jean-Claude Marschal pretendía salir de Austria, ¿qué haría para lograr su objetivo?

Paladeó una buena carne de buey escabechada, con almendras y uvas, sin demasiado vinagre. Le sirvieron unas sabrosas patatas troceadas, en picadillo, y también col roja que tenía un suave olor a canela… Sintióse a continuación muchísimo mejor. Se había ido un buen número de turistas, y el personal del hotel, teniendo a la vista el final de la temporada, se mostraba alegre.

Probablemente, Marschal y la muchacha se habían mezclado con algún grupo de turistas. Cabía tal posibilidad, y esto había sucedido a menudo, por el hecho de que nadie examinaba los pasaportes de los viajeros; todo lo más, estos eran contados, viendo si cuadraban los números, simplemente… Pero aquellos autobuses cargados de gente eran demasiado obvios, y habría quien estaría al tanto, y las fronteras no eran salvables mediante unos precipitados trámites, que a veces era lo habitual… ¿Habría algún otro grupo, dentro del cual una persona, incluso dos, pudieran pasar inadvertidas? Al inspector se le cayó de las manos la servilleta. Procedió a inclinarse para cogerla y entonces un fuerte dolor en el hombro le hizo evocar cierta ladera de los practicantes del esquí llena de prominencias.

Aquellos corros de esquiadores que habían estado armando tanto alboroto en el Kaisershof la noche anterior… Un equipo de esquí suele verse acompañado a veces de personas acerca de las cuales nadie sabe nada. Hay familiares y amigos, los gorrones de siempre, los técnicos, los cronometradores y otros individuos por el estilo, así como el modesto hombre que se encarga de medir la humedad de la nieve. Y Jean-Claude había figurado tiempo atrás entre los esquiadores de competición.

Van der Valk se apresuró a trasladarse a la comisaría de policía. No se encontraba en ella Bratfisch, sino otro hombre.

—¿Cómo viajan los equipos de esquiadores? ¿En grupo, o distribuidos en varios vehículos?

—Supongo que salen de sus puntos de procedencia cada uno por su lado. Los franceses tienen un gran grupo… Lo acostumbrado es que formen una caravana. Van en ella veinte o treinta coches, y, desde luego, el autobús.

—¿Hay un autobús?

—En él cargan su material, los esquíes y todo lo demás. Es un autobús de alquiler, corriente. Es la forma más cómoda de transportar sus cosas de un sitio para otro. Retienen el vehículo durante toda la temporada.

—¿Qué itinerario siguen? El de vuelta, ya, pero ¿por dónde?

—Escogen el trayecto más corto. Este, me imagino: pasan por el Arlberg, giran hacia el San Gotardo, luego los valles de Furka y Rhone… Y penetran directamente en Francia.

—¿Quiere usted ponerme en comunicación telefónica con el centro de la frontera de Feldkirch?

Sí. La caravana ya había pasado. ¿Que si se había procedido a efectuar la comprobación de los pasaportes? ¡Santo Dios! Los había a montones tras la gran reunión. Y, ¿para qué molestarse? Todo el mundo conocía a los componentes del equipo de esquí.



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