El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura) by Oscar Wilde

El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura) by Oscar Wilde

autor:Oscar Wilde [Wilde, Oscar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Intriga, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 1890-06-01T00:00:00+00:00


7

UANDO SE HALLABA sentado ante el desayuno a la mañana siguiente, Basil Hallward apareció en la habitación.

—Me alegra haberte encontrado, Dorian —⁠dijo con gravedad⁠—. Vine anoche, y me dijeron que estabas en la ópera. Por supuesto, supe que era imposible. Ojalá hubieras dejado dicho a dónde habías ido en realidad. Pasé una noche atroz, casi temiendo que una tragedia hubiera podido ir seguida de otra. Creo que deberías haberme telegrafiado en cuanto conociste la noticia. Yo la leí por casualidad en una edición vespertina del Globe que tomé en el club. Vine aquí de inmediato, y me sentí desolado al no encontrarte. No sé decirte con palabras cuánto me ha destrozado el corazón lo sucedido. Sé lo que debes de estar sufriendo. Pero ¿a dónde fuiste? ¿Fuiste a ver a la madre de la muchacha? Por un momento pensé en seguirte hasta allí. Daban la dirección en el periódico. Algún lugar de la calle Euston, ¿verdad? Pero temí inmiscuirme en un dolor que no podía aliviar. ¡Pobre mujer! ¡En qué estado debe de encontrarse! ¡Y su única hija! ¿Qué ha dicho de todo?

—Mi querido Basil, ¿cómo podría saberlo? —⁠murmuró Dorian bebiendo algún vino de color amarillo pálido de una delicada copa veneciana con burbujas doradas y con aspecto de hallarse terriblemente aburrido⁠—. Estaba en la ópera. Deberías haber ido hasta allí. Conocí a lady Gwendolen, la hermana de Harry. Estuvimos en su palco. Es absolutamente encantadora, y Patti cantó divinamente. No hablemos de asuntos desagradables. Si uno no habla de algo, nunca ha ocurrido. Es, simplemente, la expresión, como dice Harry, lo que da realidad a las cosas. Háblame de ti y de lo que estás pintando.

—¿Fuiste a la ópera? —preguntó Hallward hablando muy despacio y con un dejo ahogado de dolor en la voz⁠—. ¿Te fuiste a la ópera mientras Sybil Vane yacía muerta en alguna sórdida pensión? ¿Puedes hablarme de que otras mujeres son encantadoras y de que Patti cantó divinamente sin que la muchacha que amaste tenga todavía ni la paz de una tumba en la que descansar? ¡Cuántos horrores aguardaban a aquel pequeño cuerpo tan blanco!

—¡Detente, Basil! ¡No puedo soportarlo! —⁠exclamó Dorian, poniéndose en pie bruscamente⁠—. No debes hablarme de estas cosas. Lo hecho, hecho está. Lo pasado es pasado.

—¿Llamas pasado al día de ayer?

—¿Qué tiene que ver con eso el lapso de tiempo real? Sólo la gente superficial requiere años para liberarse de una emoción. Un hombre que es dueño de sí mismo puede poner fin a un dolor con la misma facilidad con que puede inventar un placer. No quiero estar a merced de mis emociones. Quiero usarlas, disfrutarlas y dominarlas.

—¡Dorian, esto es horrible! Algo te ha cambiado por completo. Pareces exactamente el mismo muchacho que solía venir a mi estudio día tras día a posar para su retrato. Pero entonces eras sencillo, natural y afectuoso. Eras la criatura menos corrompida del mundo. Ahora no sé lo que te ha pasado. Hablas como si no tuvieras corazón ni hubiera en ti piedad. Todo esto es la influencia de Harry.



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