El Renacer by C. J. Cherryh

El Renacer by C. J. Cherryh

autor:C. J. Cherryh
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Ciencia Ficción
publicado: 2011-02-18T23:00:00+00:00


–Ari -dijo el tío Denys en el Cuidador, después de la cena, cuando ella todavía hacía los deberes en su habitación-. Ari, ven al estudio, quisiera hablar contigo.

Ay, Dios, pensó ella. El tío Denys quiere preguntarme algo sobre la cinta. Deseó que la tierra se la tragara.

Pero sería peor si montaba un escándalo. Así que se levantó y fue hasta la puerta del tío Denys.

–Ah, Ari. Estás ahí.

Me voy a morir. Ahora mismo. Aquí donde estoy.

-Quiero hablarte. Siéntate.

Dios. Tengo que mirarlo.

Se sentó y se aferró a los brazos de la silla.

–Ari, estás creciendo. Nelly te quiere mucho, pero en realidad ya no trabaja mucho en casa. En realidad, vive con los bebés del laboratorio. Y se le da muy bien ese trabajo. Me pregunto si has vuelto a pensar si te gustaría… bueno, que Nelly viviera definitivamente en el laboratorio. Forma parte de la naturaleza de las nodrizas, ya sabes, los bebés crecen.

Sólo era eso. Ella suspiró y pensó en su habitación y en cómo quería a Nelly, pero la quería cuando no estaba con ella, porque Nelly siempre estaba dolida y preocupada cuando Ari quería pasar más tiempo con Florian y Catlin, y siempre le estaba arreglando el cabello, la ropa, le alisaba el vestido, a veces la irritaba tanto que se sentía a punto de echarse a gritar.

–Claro -dijo-. Claro, si ella lo desea. No creo que sea feliz ahora.

Se sentía un poco culpable porque Nelly había sido de mamá, porque Nelly había sido suya, porque Nelly era… Nelly, y la nodriza nunca entendería cómo era Ari ahora. Y por haberse alegrado tanto de que la conversación se refiriera a esto y no a lo otro que ella sólo quería aceptar y olvidar.

A la mañana siguiente, cuando Nelly fue al hospital sin saber lo que iban a hacer con su cinta esta vez, se sintió culpable.

–No estoy mal -protestó Nelly al tío Denys en la puerta, con el equipaje en la mano para pasar la noche-. No lo necesito, en serio.

–Estupendo -dijo el tío Denys-. Me alegro de que estés bien. Pero creo que ya es hora de que te hagas un control.

Un supervisor tenía que utilizar todos los recursos para evitar que su azi se pusiera nervioso.

Así que Nelly fue y la besó para despedirse.

–Adiós, Nelly -dijo Ari y la abrazó por el cuello y la soltó.

Pudo hacerlo porque si le hubiera dicho lo que iba a pasar, Nelly se habría muerto de miedo. Pero cuando se cerró la puerta, se mordió el labio con tanta fuerza que se hizo sangre. Y le dijo al tío Denys:

–Me voy a clase.

–¿Estás bien, Ari?

–Muy bien.

Pero cuando salió al pasillo, lloró, y se arregló la cara y se secó los ojos y se controló porque ya no era un bebé.

Nelly no iba a sentirse herida; Nelly iría al hospital y de ahí la mandarían directamente a un trabajo que la haría feliz y le dirían que hacía un trabajo maravilloso, que su primer bebé ya había crecido y que había muchos otros que la necesitaban.



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