El rastro by Margo Glantz

El rastro by Margo Glantz

autor:Margo Glantz
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9786078667581
editor: Almadía Ediciones
publicado: 2020-04-19T00:00:00+00:00


“UNA VEZ FUI A UN ENTIERRO DE PUEBLO”

Una vez en 1999 fui a un entierro de pueblo, con procesión hacia el cementerio. Y cuando en un pueblo hay un entierro y se va avanzando por un terreno pedregoso por el que transitan los hombres, los caballos, las gallinas, los perros, las vacas, y se pisa la caca, de inmediato se vuelve natural –o por lo menos eso me pareció a mí– pensar en que somos polvo y al polvo hemos de volver Y, si al lado de los dolientes aparecen mendigos con huaraches y un pie vendado con sangre coagulada, más la cocinera, el portero, el jardinero, el notario, los borrachos y los mariachis del pueblo que pisan la mierda, marchando junto a varias señoras con botas o tacón alto de diseñador y señores calzados con zapatos muy bien boleados de una marca cotizada, luciendo blazers perfectos, cortados en Nueva York, confeccionados con el casimir inglés de la más finísima calidad, y quienes, de repente, sin darse cuenta, por no fijarse por dónde caminan, pisan también la misma mierda y gritan de manera redundante ¡mierda!, y el ataúd se va bamboleando a lo largo del camino, eso nos nivela como nivela a todos los personajes de mi texto, en ese entierro distinto al de los velatorios y crematorios y aun de los panteones de una gran ciudad, y permite que coincidan cosas muy diversas, a veces involuntariamente cómicas, en un solo espacio, como en los textos medievales.

El entierro, pues, como disparador del texto. Además, el personaje principal muere de un infarto. Un infarto conduce naturalmente al corazón, cuyas razones desconoce la razón y en mi caso a muchas asociaciones que se van encadenando a medida que iba escribiendo, la familiar polarización entre cabeza y corazón tan manejada a lo largo de los tiempos. Me interesaba el corazón en sí mismo, como el órgano principal de nuestro cuerpo que puede también enfermarse, dañarnos o matarnos si no funciona con el ritmo correcto (una de las posible enfermedades: la arritmia) y a la vez utilizarlo en su acepción más trillada, como un símbolo del sentimiento, es decir, todavía creemos que es en el corazón donde se generan los sentimientos: Se dice que se rompe el corazón cuando tenemos un amor desgraciado: y a partir de allí surge una inmensa gama de expresiones y lugares comunes muy populares, cuyo punto de partida es ese órgano: está en los boleros, en las canciones rancheras, en los tangos que uso una y otra vez en la novela como el de Male­na que “en cada verso pone su corazón”, o cuando se repetía la frase “la vida es una herida absurda” del tango “La última curda”, cantado por Roberto Goyeneche, leitmotiv en la novela que termina quizá sabia y desgarradoramente también, “corriéndole un telón al corazón”.

La música popular muy importante, sí, asimismo el problema de la interpretación como creación en el arte; al lado, la música clásica, las Variaciones Goldberg de Bach, otro leitmotiv de la



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