El poder de los elegidos by Scarlett Thomas

autor:Scarlett Thomas [Thomas, Scarlett]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2018-04-04T16:00:00+00:00

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El Colegio Tusitala para Dotados, Problemáticos y Raros tenía tan sólo un autobús destartalado en el que apenas podían montar veinte niños si no se quería incumplir la ley. Era de un amarillo brillante, o lo había sido en algún momento, y ni siquiera pasando por el lavado automático de autobuses del pueblo, como hacía una vez al año, desaparecían los lemas que, a lo largo de las décadas, habían escrito los ingeniosos alumnos en su luna trasera: «Lávame», «También disponible en amarillo», «En este autobús no queda ningún niño por la noche».

Normalmente, nadie iba a ver los «horribles» partidos de la ASCONOR, sobre todo cuando se jugaba fuera de casa. Sin embargo, como parecía que aquel encuentro podía llegar a ser violento, el autobús se había ido llenando poco a poco con los niños más sanguinarios del colegio, siempre dispuestos a viajar si eso les brindaba la oportunidad de ver cómo alguien sufría heridas graves. Sin embargo, justo antes de que el autobús arrancara, circuló el rumor de que los trescientos alumnos del Beato Bartolo iban a asistir al partido, y que lo peor de su espíritu violento solía dirigirse a los aficionados del equipo visitante. En ese momento, muchos de los niños que habían montado en el autobús recordaron que tenían deberes o una tía enferma a la que cuidar, y mientras se escabullían hubo un poco de jaleo.

Así que al final sólo quedaron el entrenador Bruce, los cuatro miembros del equipo de tenis, un par de reservas (el tercero se había largado con los aficionados), y, por supuesto, Terrence Deer-Hart, que se había pasado el día entero pegado a Effie. Evidentemente, también se habían apuntado Lexy, Raven y Maximilian, que seguían fingiendo no conocer a su amiga, y, sentados en la parte trasera del autobús, trabajaban en estrategias para echarles una mano a ella y a Wolf, o al menos para mantenerlos a salvo.

En consecuencia, el autobús parecía casi vacío mientras se abría paso por Ciudad Antigua, por delante de la universidad y de la Biblioteca del Folclore, el museo de títeres, el taller de reparación de pianos, el Emporio Esotérico y todas las extrañas cafeterías y tiendas de exquisiteces que rodeaban la entrada a los terrenos del Colegio Beato Bartolo.

Mientras el autobús avanzaba renqueante pero decidido por las calles adoquinadas, el entrenador Bruce intentó soltarles una charla de motivación. Les costó seguirla, pero les pareció que trataba, más que nada, sobre las «zonas grises de la ética» necesarias para alcanzar la gloria.

—Por decirlo claro —remató el entrenador Bruce al final de su charla—. Al terminarse el partido no habrá pruebas de dopaje porque, desgraciadamente, el doctor Cloudburst está enfermo. ¿Me habéis oído, niños? —Hizo un guiño exagerado—. Hoy no habrá pruebas de dopaje.

Los niños parecían desconcertados, como siempre que el entrenador Bruce les hablaba de drogas. Al fin y al cabo, ni un solo alumno en toda la historia del Colegio Tusitala para Dotados, Problemáticos y Raros había recurrido jamás a las drogas para mejorar su rendimiento.

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