El poder de la tormenta by Shannon Messenger

El poder de la tormenta by Shannon Messenger

autor:Shannon Messenger [Messenger, Shannon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T00:00:00+00:00


26

AUDRA

Los Tormentos se están acercando.

Lo percibo en la fuerza de las explosiones.

En el miedo que sacude a nuestro leal escudo occidental.

Raiden parecía confundido tras el ataque de Gus. Desconcertado por no haber podido repelerlo. Y furioso porque su ejército ha podido apreciar un atisbo de su debilidad.

Si nos coge ahora, no se tratará solo de que le enseñemos nuestra lengua. También se asegurará de que nos castiguen violenta y públicamente para que no haya duda de quién es el rey supremo. Quién posee el poder absoluto.

Me tiemblan las manos mientras ayudo a Vane a desenredar nuestras lanzas de viento, así que intento contagiarme de la calma y la paz le los occidentales cuando me los enredo en torno a la muñeca.

—¿Qué? —pregunto cuando sorprendo a Vane mirándome.

Una tímida sonrisa asoma en las comisuras de sus labios, un gesto que parece fuera de lugar teniendo en cuenta los estallidos que retumban a nuestro alrededor.

—Lo siento. Es solo que… Cada vez que los Vendavales me piden que les enseñe occidental, me pongo enfermo. Soy incapaz de imaginarme confiándoles tal responsabilidad. Pero cuando se trata de ti, yo…

No termina la frase, pero su sonrisa me dice lo que no es capaz de expresar con palabras. Las mismas que yo, de pronto, necesito pronunciar a pesar de que nos estamos quedando sin tiempo… o quizá precisamente por eso. Por si no vuelvo a tener oportunidad, tengo que decírselo:

—Me alegro de haberte elegido.

Me esperaba una sonrisa bobalicona o esa expresión petulante que tan bien recuerdo. Pero, en lugar de eso, se le ponen los ojos vidriosos y aparta la mirada.

Vane se aclara la garganta.

—Entonces ¿cuál es la orden para crear un simún? Por favor, dime que no es: «Simón dice».

Noto que en mis labios se dibuja una sonrisa, aunque el miedo me atenaza por dentro.

De pequeña veía a mi padre crear simunes, pero nunca me enseñó lo que estaba haciendo. Y durante mi entrenamiento con los Vendavales estuve tan concentrada en aprender ataques violentos que acabasen con cuantos más soldados mejor que nunca me preocupé por ejercitarme en otras cosas. No tenía ni idea de que hubiera poder en la mesura. No hasta que comencé a escuchar a los occidentales.

Durante toda mi vida me enseñaron que el viento del oeste era débil. Nadie se ha percatado del poder que emana de los vientos que están dispuestos a trabajar juntos en lugar de tratar de imponer su dominio, como los nórdicos. De que la cautela salvaguarda a las corrientes de las trampas en las que un oriental intrépido podría caer. De que siempre están activos y se mueven con rapidez, al contrario que los sureños indolentes. Los occidentales son los vientos más voluntariosos y obedientes que haya experimentado jamás. No estoy segura de si se debe a su naturaleza tranquila o si es el resultado de haber sufrido tanta pérdida y soledad. Pero sé que puedo convencerlos para que me ayuden con esto. Solo tengo que encontrar las palabras adecuadas.

—¿Has provocado un simún alguna vez? —le pregunto a Gus con la esperanza de que tal vez la orden sea la misma en todas las lenguas.



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