Nuevas aventuras de fray Perico by Juan Muñoz Martín

Nuevas aventuras de fray Perico by Juan Muñoz Martín

autor:Juan Muñoz Martín [Muñoz Martín, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 1986-12-31T16:00:00+00:00


Fray Perico estuvo muchísimo rato rascándose la cabeza piensa que te piensa, y al fin dijo:

—Se me ocurre una idea.

—¿Cuál?

—Vestíos de frailes.

—Es verdad, si nos vestimos de frailes, los guardias no nos conocerán.

15

Vestidos de frailes

FRAY Perico salió corriendo y se escondió entre los árboles. Entró en el convento por la ventana de la cocina sin que fray Pirulero se diera cuenta. Luego, gateando por debajo de la mesa, salió al pasillo y se coló dentro de la iglesia. Se acercó a san Francisco, que estaba descabezando un sueñecito, y le habló a la oreja. Fray Perico salió presuroso y se metió en el cuartucho de la sastrería. ¡Madre mía la de hábitos que tenía allí el hermano sastre colgados para remendar! A uno le faltaba una manga, a otro le faltaban las dos, otro sin botones, otro sin capucha, aquél con un siete, el otro con un ocho.

Fray Perico tomó los tres primeros que encontró y echó a correr camino de la zapatería; el fraile cogió deprisa y corriendo tres pares, los ató con una cuerda, los echó a la espalda y vuelta a correr camino de la cocina. Cuando oía alguna pisada, se escondía detrás de una columna o debajo de un banco, y hasta se metió dentro de un reloj enorme que había en el pasillo.

Al fin llegó a la cocina, donde fray Pirulero machacaba con el almirez un puñado de ajos. Fray Perico saltó aprovechando el ruido y tiró el frasco de perejil que tenía el cocinero en la ventana.

—Habrá sido el gato. ¡Dichoso gato! —exclamó el cocinero.

Fray Perico llegó muy contento cargado con la ropa, llamó a los ladrones y les dijo:

—Hermanos ladrones, ¿sabéis rezar?

—Nosotros no sabemos más que robar.

—¿Pero el padrenuestro sí que lo sabréis?

Los ladrones bajaron otra vez la cabeza y empezaron a toser y a ponerse colorados y a darse con el codo.

—¿Pero es que vamos a ser frailes?

—Sí, seréis frailes. Se acabó de ser ladrones.



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