El Pez Que No Quiso Evolucionar by Paco Muro

El Pez Que No Quiso Evolucionar by Paco Muro

autor:Paco Muro
La lengua: es
Format: mobi
publicado: 2011-01-19T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 9

LA ANTIGÜEDAD NO ES UN GRADO

Si bien he escrito antes sobre el valor de la experiencia y la importancia de mantener a los veteranos con talento. Y he cuestionado las prejubilaciones por el método de la tabla rasa tipo: "a los cincuenta y cinco, fuera", ¡cuidado, que nadie se equivoque!: la antigüedad por sí misma no es un grado.

El entorno competitivo en el que nos ha tocado vivir tiene, como todo en la vida, su lado malo y su lado bueno. Malo en cuanto a que no vale bajar el listón, a que los méritos del pasado tienen poco valor en el presente y nunca se pueden bajar los brazos. Bueno porque eso ofrece oportunidades continuas a los buenos, porque se aprecia a los que aportan valor al proyecto de la empresa, independientemente de edades, sexos, situaciones familiares, etc.

Algo que leí recientemente me sugirió esta historia, que bien podría ser una fábula válida para más deuno que aún no comprende las consecuencias de ambas caras de la moneda.

Un empleado con muchos años en una importante empresa de conservas se acercó al dueño y le dijo: "Señor García, quería comentarle un tema que creo que no es justo. Se nos ha anunciado una reestructuración y ¿por qué Ana, que lleva poco más de un año en la empresa gana ya más que yo, si tenemos un puesto equivalente y yo llevo casi veinte años aquí? Considero que es un error". El dueño le miró unos segundos sin responder, alzó la vista y tras mirar por la ventana de su despacho le dijo: "¿Ve ese barco que está llegando al puerto? Acerqúese y hable con ellos, por si tienen algo que nos interese".

Una hora más tarde el empleado regresó: "He hablado con uno de los marineros y me ha dicho que tienen la bodega llena y están de regreso a su lugar de origen; aquí sólo van a hacer una parada para repostar". García le contestó: "Vaya y entérese si estarían dispuestos a vender su carga". Unos minutos más tarde el leal empleado regresó: "Lo veo difícil; me ha dicho que tienen un comprador en su pueblo y que paga muy bien". El dueño le comentó: "Entérese de cuál es la oferta que tienen y por cuánto estarían dispuestos a vender". "Bien, lo intentaré, pero tendrá que ser después de comer, porque se marchaban ya a la cantina". Esa misma tarde el empleado vuelve y le trae a García nueva información: "Dice que se lo compran a veinte, y que consideran que es un buen precio. Si queremos la mercancía tendríamos que mejorar la oferta". "Bien, y ¿tú cuál crees que sería una buena oferta?", le preguntó García. "Yo les ofrecería veintitrés de entrada, y a partir de ahí entraría en el tira y afloja de siempre, pero en ningún caso pasaría la oferta final de veintiséis. De todas formas no les veo muy receptivos, ya sabe, no son de los habituales de este puerto y eso se nota". "¿Te atreves a intentar cerrar un trato con ellos?".



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