El paladín by Brian Garfield

El paladín by Brian Garfield

autor:Brian Garfield [Garfield, Brian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Bélico, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1979-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Grandes incendios iluminaban el cielo en una docena de lugares, silueteando las escarpadas paredes de las casas semiderruidas. Los coches de bomberos trataban de abrirse camino por entre los escombros. Dos pensionistas de la Home Guard, el ejército territorial, llevaban a alguien en una camilla hacia un puesto de socorro. Una mujer estupefacta miraba a un niño muerto en el suelo, mientras las llamas bailaban a su espalda. Había un camión volcado contra una casa derruida, y al tanque del ejército que trataba de empujarlo fuera del paso las cadenas le resbalaban en la suave superficie pavimentada. Frente al negro Humber de Osito cruzó como un sonámbulo un niño con una mamo vendada, evidentemente sin rumbo a causa de la conmoción. Una vieja gorda y mal encarada miraba enfurruñada al cielo con los brazos en jarras, como queriendo aniquilar a los bombarderos con el fuego de sus ojos. Se alejaban las ambulancias para ser enseguida reemplazadas por otras, y las cuadrillas de rescate removían los escombros en busca de víctimas. Era algo que ya no sucedía a menudo; pero un par de veces al mes la Luftwaffe seguía viniendo para asestar sus golpes.

Osito reconoció a uno de los que trabajaban entre los escombros, una figura esbelta vestida con lo que había sido un uniforme de oficial de Marina. Le vio echar a un lado grandes trozos de piedra, agarrar algo y después levantar suavemente a un niño que se quejaba cubierto de marcas sangrientas de los cascotes. Lo llevó tiernamente a una de las ambulancias, y la enfermera que se hizo cargo de él se inclinó impulsivamente para besar la cara tiznada de su salvador.

Los aviones se habían marchado, pero entre las llamas seguían desplomándose los restos de un alto tejado y una casa empezó a derrumbarse. Osito se agachó al oír un golpe en el techo del coche. Cuando dejaron de caer cosas, salió del Humber y atravesó por entre los escombros para llegar hasta el autor del rescate, que se había refugiado detrás de la ambulancia haciendo de escudo de la enfermera y el niño y pareció un tanto perplejo al reconocerlo.

—Vamos, Christopher.

El muchacho le sonrió. Evidentemente no tenía idea del efecto de ese gesto en su máscara de hollín.

—¿Es que ocurre algo? Osito se lo llevó por el brazo hacia el coche.

—Es un trabajo de otro tipo. Algo parecido a pasar la carrera de baquetas. Te gustará.



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