El padre de Nicole by Corín Tellado

El padre de Nicole by Corín Tellado

autor:Corín Tellado [Tellado, Corín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1975-12-31T16:00:00+00:00


VIII

—¿Era lo que ibas a proponerme? —preguntó cuando estuvieron en la sala de fiestas.

Miraba a un lado y otro.

Para ella era un ambiente nuevo, un panorama nuevo. No sabía si mejor o peor que los ya conocidos, pero sí sabía que distinto.

Paul sonrió.

Era joven. A la luz de colores, su rostro cobraba una mayor jovialidad. Podían calculársele los treinta años que tenía en realidad, pero también… podían calculársele veinticinco.

Por encima de la mesa ante la cual ambos se sentaban uno a cada lado, Paul alzó la mano y puso sus dedos en aquellos otros finos y alados.

—Iba a proponerte una barbaridad, Terry —dijo con suma gravedad—, pero te hubieras reído de mí.

—Prueba.

—¿A proponértelo?

—Por lo menos, a discutirlo.

—Tú no estás de acuerdo con las relaciones prematrimoniales —dijo.

Su voz cobraba una fuerza rara.

Algo vibrante.

Terry se puso tensa.

Rescató sus dedos.

—Eso es una monstruosidad.

—Es cierto.

—Pero tú lo proponías.

—Dijiste que podíamos discutirlo.

—Paul… ¿no te habrás equivocado dé puerta?

—Sí, es seguro —dijo Paul riendo—. Es seguro, Terry. Olvídalo.

—¿Por qué se te ha ocurrido eso?

—No lo sé. En realidad, ignoro aún si te lo proponía a ti o me hacía la interrogante a mí mismo. Yo soy un hombre miedoso.

—¿Miedoso?

—En cuanto al futuro. No me gustan los divorcios, ni al casarme me casaría con una madre para mis hijos. Cada uno tiene su modo de pensar. Yo pienso así. Yo buscaría una mujer para mí, una mujer de mi alcoba. También eso te parecerá una monstruosidad.

—Me lo parece. Se busca una compañera para el hogar, para lo que resulte del hogar, para los hijos, para la comprensión…

Él la miraba sin parpadear.

No fingía.

Estaba calándose a fondo. Escudriñando. Averiguando hasta qué punto ella lo rechazaría. Analizando y estudiando.

No deponía su cinismo. Ya no.

Se mostraba tal cual era. Escéptico, indiferente a las pasiones sentimentales, abierto a las pasiones humanas y sensuales.

—La comprensión, Terry querida, empieza por Ja propia alcoba. No soportaría una mujer frígida, una mujer remilgada, una pobre muchacha inexperta. El goce del matrimonio es de dos, del hombre y de la mujer, lo demás son utopías.

—¿Utopía el matrimonio?

—Yo creo que sí, a menos que se tenga la seguridad de haber alcanzado la felicidad mutua. Tampoco soporto que dos vivan juntos y solo uno de ellos sienta esa felicidad. ¿Entiendes?

No entendía.

No quería entender.

—Paul, ¿me has gastado una broma?

«Sí», pensó cansado.

Era mejor dejarlo en una broma.

Sonrió sarcástico.

—Será mejor que te invite a bailar. ¿Sabrás, no?

—No mucho —dijo Terry desconcertada ante aquel hombre que empezaba a ser cambiante y diferente—. Sé muy bien traducir el francés, sé literatura hasta saciar, sé muchas otras cosas… Pero bailar sé menos.

—Es decir, que has vivido fuera de un mundo humano donde las pasiones y las rebeldías se entremezclan proporcionando goces y desazones.

—He vivido marginada de todo esto, sí, pero feliz en mi lucha.

—Eres admirable, Terry —dijo él riendo.

Pero no añadió que era demasiado pura para su suciedad.

En la pista las parejas se movían retorciéndose, gesticulando, encogiéndose y estirándose.

Terry las miraba con expresión ida. Como si no entendiera.

—Me pregunto —murmuró— qué ocurriría sí nos tapáramos los oídos y mirásemos ese panorama desolador.



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