El marido de su amiga by Susan Fox

autor:Susan Fox
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2003-08-31T22:00:00+00:00

Capítulo 6

Leah oyó la voz de Margo Addison cuando se acercaba al final del pasillo. Margo era la madre de Rachel pero, aparte del color del pelo, madre e hija apenas se habían parecido. —El niño siempre hace eso, Reece. No es bueno que esté imitando su timidez.

Leah se detuvo en seco, consciente de a quién se había referido. Aunque Rachel y ella habían sido amigas íntimas desde segundo curso, Margo se había opuesto a aquella amistad desde el principio. Siempre le había horrorizado que su preciosa y popular hija tuviera por amiga una chica vulgar y corriente que además había sido adoptada.

Rachel desafió a su madre, por supuesto, y siguió conservando su amistad con Leah, a la que invitaba a sus fiestas y a la que llevaba siempre en su coche para que pudiera participar en actividades extra curriculares o hacer cosas con otros amigos. Incluso solían estudiar juntas, porque Leah sacaba mejores notas. A Leah le encantaba enseñar a su amiga, que no era especialmente atenta en las clases, porque era una manera de agradecerle su amistad.

Aunque había sospechado a menudo que Rachel decidió hacerse amiga suya inicial mente para irritar a su madre, Rachel acabó demostrándole que era una amiga leal y genuina.

La grave voz de Reece hizo que Leah volviera a centrarse en la conversación.

—Leah hace un trabajo magnífico con el niño, Margo. Lo único que sucede es que Bobby no está acostumbrado a ti.

—Por supuesto que está haciendo un trabajo magnífico con el niño —dijo Margo en tono acaramelado.

Leah hizo una mueca, pues hacía años que sabía que Margo era una experta en asentir ante algo que se le hubiera dicho para expresar a continuación su punto de vista de todos modos.

—Lo único que sucede es que a los niños se les pegan las cosas más extrañas. ¿Te has replanteado la posibilidad de contratar a una niñera? Sería muy beneficioso para el niño. He oído hablar de dos candidatas ideales, cultas y bien preparadas, que podrían exponer a Bobby a una variedad educativa y cultural que de otro modo no obtendría.

—Mi hijo ya recibe las influencias y la educación que sus padres desean, Margo —dijo Reece, y Leah se relajó al percibir el ligero tono de advertencia de su voz.

Le conmovió tener aquella prueba de que Reece la defendía aunque no estuviera presente. Raramente le había preocupado que Reece pudiera verse influido por lo que Margo pudiera decirle en privado, pues ya sabía lo que pensaba de sus ex suegros. Había hecho lo posible por evitar que Bobby fuera criado por Margo. En realidad, aquél era el principal motivo por el que se había casado con ella.

—Por supuesto, querido —continuó Margo—. Sólo lo he mencionado por si tú… y Leah, habíais cambiado de opinión. Tengo que seguir atenta a esos detalles mientras Robbie crezca.

Robbie. La insistencia de Margo en utilizar aquel nombre siempre irritaba a Leah. Margo había dejado bien claro a su hija antes de que el niño naciera que no sólo no le gustaba el nombre de Robert, sino que también desaprobaba el apodo de Bobby porque era muy común.

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