El mal de ojo by Boileau-Narcejac

El mal de ojo by Boileau-Narcejac

autor:Boileau-Narcejac [Boileau-Narcejac]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1956-07-15T00:00:00+00:00


VIII

—No he de ocultarle, que me inquieta un poco —dijo el doctor—. ¡Esa exaltación! Esa negativa persistente a verle a usted…! ¡Extraño muchacho! ¿Ha leído últimamente algo sobre el mal de ojo? ¿Qué ha podido meterle esa idea en la cabeza?

—Es un chiquillo —dijo Vauberet.

—No estoy de acuerdo con usted. Ha cambiado mucho, se ha hecho más consciente. Por eso, esta obsesión puede resultar peligrosa.

—¿Qué teme usted?

—Nada en concreto. Pero creo que debe ser vigilado constantemente. Cuando esté en condiciones de salir, no vacile. Consulte a un psiquiatra. Un especialista descubrirá seguramente el origen de sus perturbaciones. Creo que su hijo debió experimentar hace tiempo una gran impresión, sin duda vio algo que le aterrorizó… Todo procede de ahí.

—¡Vamos, vamos! —murmuró Vauberet—. Y, ante todo, el mal de ojo es cosa nueva. No, doctor, diga más bien que Rémy no me quiere, que nunca me ha querido y que cualquier motivo le es bueno para amargarme la existencia. Sabe que en estos momentos me encuentro con mil dificultades y desde hace ocho días no cesa de atormentarme, Como si pudiese autorizarle ese absurdo viaje…

—Sin embargo, tal vez fuese la mejor solución. Disculpe mi franqueza, pero esta casa no le sienta bien. Para él está ligada a demasiados recuerdos que parecen torturarle. Estoy casi persuadido de que un cambio de vida completo, brusco, le liberaría de sus complejos. Y con tal de que alguien le acompañase… Oiga… ¿Su institutriz, la señorita Louans no podría…?

—Ni hablar —interrumpió Vauberet secamente.

El doctor abrió la puerta del vestíbulo.

—De todos modos, debe usted tomar una decisión. Es imposible dejar a su hijo en el estado en que se encuentra. Si esto le hace sufrir, crea que él también sufre. Y tengo verdaderamente la impresión de que nos encontramos ante un caso clásico. Hace seis meses no me hubiese mostrado tan categórico. Pero la curación de su parálisis demuestra que todos sus males, e incluso sus trastornos de memoria, tienen un origen psíquico. ¡Es evidente! En consecuencia, puesto que no desea dejarle marchar, haga lo que le he dicho. En unas pocas sesiones, un especialista le hará confesar lo que se disimula a sí mismo. La verdad, sí. Sería lo mejor. Este muchacho tiene derecho a la verdad.

Salió, y Vauberet cerró lentamente la puerta, luego se secó las manos con el pañuelo. ¡La verdad! Fácil de decir… Recorrió el pasillo hasta llegar a su despacho, miró distraídamente los libros, el escritorio, lleno de documentos. Las palabras del médico resonaban aún en sus oídos. «En unas pocas sesiones, un especialista…». ¡En unas pocas sesiones! Haber luchado tanto tiempo para llegar a eso. Se dejó caer en un sillón, apartó las carpetas multicolores. Puesto que no había manera de resistir más, ¿para qué seguir trabajando? La desaparición de su hermano había apresurado la catástrofe. Y ahora Rémy… Abrió un cajón. Debajo de un montón de cartas, de libretas, de viejos sobres que guardaba para coleccionar los sellos, su mano tropezó con la culata de un revólver. Como último recurso, tal vez… Pero no, este último recurso le estaba prohibido.



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