El Mago. La historia de Thomas Mann by Colm Tóibín

El Mago. La historia de Thomas Mann by Colm Tóibín

autor:Colm Tóibín
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788426411310
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-07-15T00:00:00+00:00


Es probable que se enfade usted mucho conmigo por esta carta. Estoy preparada y sé lo que hago. Esta época de cordialidad está predestinada a separar a las personas. La relación que mantiene con el doctor Bermann y su editorial es indestructible: al parecer está usted dispuesto a sacrificarlo todo por ella. En tal caso, si para usted es un sacrificio perderme lenta pero inexorablemente, no importa. Para mí es triste y terrible.

Cuando enseñó la carta a Katia, Thomas supuso que su esposa tendría mucho que decir sobre las múltiples maneras en que Erika había intentado controlar la vida de ambos desde el día que nació. Sin embargo, Katia no dijo nada.

Thomas era consciente de que el rechazo de su persona con que amenazaba Erika posiblemente acabaría siendo vox populi. También sabía por Alfred Knopf que los lectores estadounidenses empezaban a considerarlo el escritor alemán vivo más relevante y pensaban que se había exiliado por su oposición a Hitler. No resultaría fácil explicarles su silencio.

Hasta entonces había creído ser un caso excepcional, y por eso no había querido unirse a los disidentes. Pero sobre todo había tenido miedo, algo que Katia entendía, a diferencia de Erika, Klaus y Heinrich. Ellos no comprendían el retraimiento. Para ellos solo había claridad. Sin embargo, en opinión de Thomas, aquellos eran tiempos de claridad solo para los pocos valientes; para los demás eran tiempos de desconcierto. Y él formaba parte de esos últimos, aunque no le enorgulleciera. Se presentaba ante el mundo como un hombre de principios, pero en realidad era débil. Recibió un telegrama de Klaus que echaba más leña al fuego de Erika, y se fue a pasear solo por el lago. ¡Qué propio de Klaus haber esperado a que su hermana enviara la carta! Pensó en escribir a los dos para decirles que, ya que eran tan listos, sumaran la cantidad de dinero que les había entregado desde que se hallaban en el exilio.

Lo que más le irritaba era saber que Erika y Klaus tenían razón.

Trabajaba todos los días en el siguiente volumen de su extensa obra basada en la historia del José del Antiguo Testamento; creía que todavía habría lectores para ese libro, pese a que en Alemania el fragor belicista se tornaba cada vez más estridente. Sin embargo, en cuanto se manifestara contra el régimen, perdería a los lectores alemanes. Las palabras que estaba escribiendo yacerían muertas en las páginas. Tendría que confiar en los traductores. Y figuraría para siempre en la lista negra de los nazis, que acosarían aún más a los padres de Katia. Pero eso les ocurría a otros escritores y a otras muchas personas, se dijo mientras se encaminaba de vuelta a casa.

Había sido leal a su editor; había querido conservar a los lectores alemanes. Había recurrido a evasivas y había dado largas. Había intentado no pensar en lo que debía hacer. Vivía con el miedo a afrontar el hecho de que ya había perdido Alemania. Si se pronunciaba, no tendría elección.

¡Claro que condenaría a



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