El leopardo caza en la oscuridad by Wilbur Smith

El leopardo caza en la oscuridad by Wilbur Smith

autor:Wilbur Smith [Smith, Wilbur]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1984-01-01T05:00:00+00:00


Los rusos, sobre todo los altos funcionarios, eran recibidos con suspicacia hostil en la joven república de Zimbabwe. Durante la guerra de independencia, Rusia había apostado al caballo perdedor, el ZIPRA de Joshua Nkomo, el ala revolucionaria de los matabele. Para el Gobierno de Harare, los rusos eran el enemigo colonialista, mientras que los chinos y norcoreanos eran los auténticos amigos de la revolución.

Por todo esto el coronel Nikolai Bujarin, el famoso cazador de hombres, había entrado en Zimbabwe con pasaporte finlandés y bajo un nombre falso. Hablaba a la perfección el finlandés, lo mismo que otros idiomas, entre ellos el inglés. Necesitaba un buen pretexto para salir de la ciudad de Harare, donde todos sus movimientos eran vigilados, para internarse en la selva despoblada, donde podría reunirse con su contacto sin temor a la vigilancia.

Aunque muchas repúblicas, presionadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, prohibían la caza mayor, en Zimbabwe los cazadores profesionales podían realizar sus safaris en las llamadas «zonas restringidas de caza». Era una gran fuente de divisas extranjeras para la hostigada economía nacional.

Al coronel le complacía hacerse pasar por un próspero comerciante en maderas de Helsinki y dedicarse a la caza de esa forma decadente, reservada a los aristócratas financieros del sistema capitalista.

El presupuesto que le habían asignado para la misión no permitía gastos tan extravagantes. Pero su contacto, el general Peter Fungabera, era un hombre rico y ambicioso. No había puesto objeción al plan de montar un safari de caza mayor como pretexto para la secreta reunión, ni tampoco había rechazado el honor de servir de anfitrión y pagar los mil dólares diarios que costaba el safari.

Ese día habían estado persiguiendo a una ansiada presa. El ruso había herido al búfalo deliberadamente. Nikolai Bujarin tenía excelente puntería con la pistola, el fusil y la escopeta y había disparado de una distancia de treinta metros. De haberlo deseado, hubiera hecho blanco en medio de los ojos del animal. Pero prefirió herir al animal en el vientre, detrás de los pulmones para no quitarle aliento, pero no tanto como para desgarrarle las ancas, lo que le hubiera restado fuerzas en la carga.

Era un formidable búfalo macho, su enorme cornamenta negra tenía más de un metro de envergadura. Era un trofeo difícil de igualar y, puesto que el coronel era quien le había disparado primero, sería suyo; no importaba quién diera el golpe de gracia. Más tarde, Bujarin llenó su copa de plata con vodka y, sonriente, la alzó en un brindis.

—Na zdorovye! —dijo, y la bebió de un trago, sin pestañear.

Volvió a llenar la copa y se la ofreció a Fungabera.

Peter vestía impecable uniforme de combate, con su nombre en una tira cosida sobre el bolsillo izquierdo de la camisa y pañuelo de seda pardo al cuello. No llevaba boina, porque el reflejo del sol en la chapa podría asustar a los animales.

Aceptó la copa de plata y miró al ruso. Era tan alto como él pero más delgado. Sus ojos celestes eran pálidos y de mirada cruel.



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