El honor de un escocés by Jana Westwood

El honor de un escocés by Jana Westwood

autor:Jana Westwood [Westwood, Jana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-27T00:00:00+00:00


Capítulo 17

—¡Bonnie! —exclamó Enid acercándose en cuanto la vio⁠—. ¿Dónde estabas? Te has perdido la carrera. Ha ganado Kenneth, claro, pero ha estado muy reñida y nos ha servido para… —⁠Bajó la voz⁠—, olvidarnos de esos horribles Sinclair.

Bonnie asintió cómplice y miró con disimulo hacia los hombres McEntrie que discutían sobre quién había hecho el mejor trabajo, como siempre. Augusta y Rowena se les unieron y juntas caminaron hacia la casa para el almuerzo. Kenneth le dio un codazo a Ewan para que dejase de mirarlas y el pequeño los siguió hasta las caballerizas.

—Los McEntrie en pleno —musitó el patriarca de los MacDonald al verlos llegar.

—En pleno no, padre, faltan dos —⁠dijo Duncan, que también estaba.

—¿Craig no ha venido? —preguntó Bhattair.

Dougal negó con la cabeza.

—Yo tampoco habría venido, si no fuese porque tengo un asunto entre manos que tiene que ver con la próxima boda de mi hija —⁠dijo su padre.

Ninguno de los McEntrie respondió y se ocuparon en dejar sus caballos en las cuadras de donde los habían sacado.

—¿Habéis hecho una carrera? —⁠preguntó Duncan⁠—. ¿Y quién ha ganado? ¡No me lo digas! Ha sido Kenneth, ¿verdad? ¿No os cansa que siempre os gane?

—A ti en cambio, no solo te gana Kenneth, ¿verdad? —⁠dijo Lachlan burlón⁠—. Primero Dougal, luego Kenneth y ahora también Ewan…

—Y los demás no le habéis ganado porque no habéis corrido contra él —⁠añadió Kenneth.

Lachlan chasqueó la lengua y Duncan torció una sonrisa.

—Lo de Ewan no se repetirá, te lo aseguro. Ese día me dolía un…

Lachlan rompió a reír a carcajadas bien fuerte para interrumpirlo.

—¿De qué te ríes? —preguntó el otro con mirada gélida.

—De ti, por supuesto.

El MacDonald apretó los labios y los puños con evidente inquina.

—Vamos, Lachlan. —Kenneth lo cogió por los hombros para sacarlo de las caballerizas⁠—. No hagas leña del árbol caído.

—¿A quién llamas árbol caído, imbécil? —⁠Duncan se fue hacia ellos, pero Dougal se interpuso en su camino.

—Seguro que encuentras algo mejor que hacer —⁠advirtió y luego miró a Bhattair⁠—. Ahora estáis en inferioridad de condiciones. Cada vez hay menos MacDonald por aquí.

—Duncan —lo llamó su padre.

El otro soportaba una tensión tal que los tendones de su cuello parecían a punto de quebrarse. Con gran esfuerzo dio un paso atrás y Dougal hizo una inclinación de cabeza antes de salir con Ewan de allí.

—¿Has visto su mirada? —preguntó el pequeño cuando se hubieron alejado.

Dougal asintió. No solo la había visto, era una mirada que conocía bien.

—Mantente alejado de él —advirtió⁠—. Duncan es peligroso, Ewan.

El pequeño se giró y vio que el MacDonald los observaba.

—No te metas en líos —dijo Bhattair colocándose junto a su hijo.

—Algún día tendrá que acabar esto —⁠masculló el otro⁠—. Esos McEntrie… ¡No los soporto, padre! Y tienen razón, ahora estamos en desventaja. Solo quedamos tú y yo.

—Por eso te digo que no te metas en líos. Tuve un montón de hijos —⁠musitó Bhattair pensativo⁠—. Cada vez que Craig McEntrie dejaba a una de sus mujeres preñada, yo me afanaba en que no me superase. ¿Cómo iba a pensar que



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