El hombre verde by Kingsley Amis

El hombre verde by Kingsley Amis

autor:Kingsley Amis [Amis, Kingsley]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1969-02-15T00:00:00+00:00


Tras esta entrevista, Underhill, evidentemente, había regresado a su lectura, con su diligencia de costumbre: aquella tarde, una obra latina sobre anemonancia, o arte de la adivinación mediante la observación de la fuerza, dirección y persistencia del viento, por un tal Alanus Candidus; después de la cena, una vida de otro hombre, de quien yo no había oído hablar en absoluto. Me figuré que aquel desapego no era nada bueno para la hija de la viuda Tyler. Temeroso y fascinado, busqué la anotación de Underhill correspondiente al día siguiente.

Nada más llegar, con toda puntualidad, obsequié a mi Visitante con una Poción, compuesta de Clarete & Coñac, además de ciertas Adiciones, según la Prescripción de Jacobus Magus en su De Inductione Luxuriae. Encendí mi Brasero, arrojando al mismo una Serie de Inciensos, Polvos, etc., de mis provisiones, produciendo así lascivos Perfumes y también extrañas y variadas Humaredas de todos los colores. Cuando todas estas cosas hubieron ejercido el Efecto perseguido sobre ella, empezó a creer haber estado oyendo dulces Melodías cantadas por muchas Voces, atacando aires amorosos y extravagantes. Luego conjuré la aparición de unas formas, primeramente, agradables, como Pastores & Pastoras, Ninfas, Galanes, Enmascarados, Héroes, Reinas de la Antigüedad, algunas acariciándose mutuamente. Posteriormente, le pedí que se quitara las ropas.

«¿Cómo puede ser eso, señor? Me está usted pidiendo que cometa un Pecado», dice ella. «Nada de eso, Querida», respondo yo. «No puede ser un Pecado que muestres tus Bellezas a quien se ha tomado tantos trabajos para obsequiarte, y que sigue tomándoselos. Fíjate en esas figuras (le indico una Joven Griega y una Doncella), en cómo están, y únicamente para practicar un deporte». Entonces ella me pregunta tímidamente: «¿Sólo por eso?». Y yo respondo: «Bueno, en parte». Entonces, la chica comenta: «¿Cómo voy a ser yo menos liberal?». (Una salida que me deja encantado). Inmediatamente, se desnuda por completo. ¡Oh! ¡Qué delicia!

Ahora la hice ver criaturas no tan agradables. Por ejemplo: Hipogrifos, Monos, Turcos, Centauros, Arpías, Quimeras, Verdugos y Gusanos, todos ellos luchando, matándose, devorándose entre sí. Llené sus oídos de gritos de Bestias Salvajes, Truenos y Gemidos de Condenados. Ella gritó incesantemente, rogándome que provocara la desaparición de tales Visiones. «Grita lo que quieras», le dije. «Nadie puede oírte, ya que mis Servidores se encuentran fuera. Estas Visiones te harían pedazos, de no ser por mí». (No le hice saber que, por el mero hecho de tratarse de unas Apariciones, no podían hacer otra cosa que asustarla). Cuando juzgué que se hallaba Verdaderamente Aterrorizada, la violé sobre el Suelo, después de lo cual le ordené que desapareciera de mi Presencia, arrojándole sus andrajosas ropas, advirtiéndole que lo mejor que podía hacer era no referir a nadie una sola palabra de lo que había pasado entre nosotros; que, si no obraba así, mis Diablos la perseguirían hasta la tumba y Más Allá. Tendría que presentarse en mi casa siempre que yo la llamara. Era Mía.

Bebí un vaso de Cerveza para apagar mi sed y me retiré a mi Cámara. Abrí



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