El hijo secreto del príncipe by Christine Rimmer

El hijo secreto del príncipe by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2012-03-31T22:00:00+00:00


Capítulo 8

Rule se dijo que Sydney no podía haber oído la conversación. Estaba en la terraza y el cristal que los separaba era demasiado ancho; además, no había alzado la voz en ningún momento. Pero cuando abrió la puerta, tenía miedo de que hubiera oído algo que lo incriminara.

—Te he despertado…

—No, no me has despertado tú —dijo ella—. Ha sido tu ausencia.

Sydney lo tomó de la mano y lo llevó al interior de la suite. Después, lo miró a los ojos y él tuvo la misma sensación que tenía siempre cuando estaban juntos, que había encontrado a la mujer adecuada, que era el amor de su vida. Pero lo estaba poniendo en peligro con su falta de sinceridad.

—¿Ocurre algo, Rule?

Rule no contestó. Simplemente, la llevó al dormitorio y cerró la puerta.

—¿Qué pasa? —insistió ella.

Él le puso las manos en la cara. Adoraba su boca ancha y su nariz grande, una nariz que le daba un aspecto interesante e imperioso a la vez, como exigiendo respeto.

—Te vas a enfadar conmigo —dijo.

—Me estás asustando, Rule. Dime lo que pasa.

Él respiró hondo.

—Mi padre me ha llamado por teléfono y me ha pedido que vuelva a Montedoro de inmediato. Cree que le debo una explicación a Liliana y que tengo que hablar con ella en persona, antes de que se entere por terceros… cree que soy yo quien le debe decir que ha estado esperando en vano y que me he casado con otra.

Sydney le soltó la mano.

—¿Y qué opinas tú, Rule?

—Que mi padre tiene razón.

Ella se pasó una mano por el pelo, nerviosa. Él sintió el deseo de acariciárselo, pero no se atrevió.

—¿Insinúas que la princesa Lili estaba esperando a que pidieras su mano?

—Sí, supongo que lo esperaba. Y no puedo permitir que se entere por la prensa. Sería verdaderamente imperdonable.

—¿Verdaderamente imperdonable? —ironizó Sydney.

—Bueno… sólo imperdonable. Ten en cuenta que Lili es como una hermana para mí. Y nadie quiere herir los sentimientos de su hermana.

—Comprendo.

—Sydney…

Rule intentó abrazarla, pero ella se apartó.

—Dime una cosa, Rule. ¿Por qué esperaba que te casaras con ella?

—Ya te lo he dicho, Syd. Lili y yo somos amigos desde la infancia y nos queremos mucho. Además, nuestras dos familias siempre han pensado que sería la mujer adecuada para mí, en muchos sentidos.

—¿En qué sentidos?

Rule estuvo a punto de soltar un suspiro de impaciencia.

—En asuntos referentes al interés del Estado, por así decirlo. Montedoro y Alagonia han tenido sus más y sus menos a lo largo de los años.

—¿Quieres decir que habéis estado en guerra?

—No, no. Los países pequeños como los nuestros no suelen declararse la guerra. En Montedoro ni siquiera tenemos un Ejército permanente —explicó Rule—. Pero han surgido discordias… la más reciente, cuando el padre de Lili, el rey Leo, se quiso casar con mi madre. Ella le dio largas porque no estaba enamorada de él y porque temía que Leo pudiera tomar el control de mi país. Y entonces, conoció a mi padre.

—No me lo digas… fue amor a primera vista —declaró con humor.

—Es lo que afirman mis padres.



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