El Hijo del Halcón: Profecía (Spanish Edition) by Enrique A. Cadenas

El Hijo del Halcón: Profecía (Spanish Edition) by Enrique A. Cadenas

autor:Enrique A. Cadenas
La lengua: spa
Format: mobi
editor: Enrique A. Cadenas
publicado: 2016-03-09T23:00:00+00:00


13

Fórmulas y agujeros

1—18—3327 d.W.

Jonas trabajaba en su nuevo laboratorio de pruebas. Era mucho mejor y más grande que el pequeño despacho que tenía en su casa, pero con el inconveniente que debía desplazarse a diario, primero de ida y luego de vuelta. No es que el campamento de la Bandera de los Halcones estuviera muy alejado de su casa en el centro de Hápstarl, pero perdía unos buenos veinte minutos en realizar el camino. Estaba pensando que debía decirle a Fibus que le pusiera un camastro allí, por si alguna vez lo necesitaba. O mejor, que le montasen su tienda personal, que había hecho desmontar los primeros días después de su llegada a Hápstarl, al albergar la intención de alojarse en su casa, por si el rey Monfrod lo requería, para estar más cerca del Palacio Real.

Trabajaba en el nuevo laboratorio desde unos días atrás, ya que habían tardado entre cinco y seis semanas en construirlo, incluyendo el tiempo para juntar el material y pedirle al rey el permiso para que se lo cediera. El primer día Jonas se había dado cuenta de que la atmósfera resultaba asfixiante, debido a que la cabaña solo tenía una puerta, la cual permanecía cerrada. Esas habían sido sus órdenes para su construcción. Y seguía pensando que era lo correcto, no quería ventanas. Así que, el segundo día, mandó llamar al carpintero jefe y le ordenó que abriese unos agujeros en el techo, como con unas ventanas que él pudiera, mediante un tirador largo, cerrar o abrir a su antojo, para poder cerrarlas por las noches o en caso de lluvia. Tardaron dos días en colocar ocho nuevas ventanas, estratégicamente dispuestas por toda la cabaña, por lo que fueron otros dos días perdidos, al no poder trabajar en ella.

Hoy tenía una nueva prueba. Había llegado a la conclusión de que era el nitrógeno lo que hacía que el orín desecado fuera importante en la composición de la pólvora. Probó diferentes sustancias, algunas bastantes extrañas, como polvo de animales muertos o plantas desecadas y machacadas. Los resultados no habían sido espectaculares. Hasta ahora no había tenido suerte, además que esas sustancias tampoco eran fáciles de conseguir, pues requerían de bastante trabajo previo. Pero sí existía algo que no había probado todavía y sí que era abundante alrededor de Hápstarl: el salitre. Hápstarl era una ciudad costera casi al final de una enorme bahía, la Bahía Salada, por lo que tenía en sus riberas grandes salinas, que era uno de los productos que más exportaba Hápstur. De hecho, Jonas se tuvo que acostumbrar, al llegar a ese país, a la comida sabrosa en exceso, al ser un condimento abundante en todos los hogares. El salitre marino contenía nitrógeno, por lo que era probable que le valiera, pero debía hacer la prueba. Lo malo es que solo le quedaba una cajita de las que ordenó fabricar, la más grande, y tenía que rellenarla, porque, de no hacerlo, la prueba no sería concluyente del todo, al existir oxígeno dentro de la caja.



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