El espejo perdido by Jonathan Stroud

El espejo perdido by Jonathan Stroud

autor:Jonathan Stroud
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Juvenil, Fantástico, Novela
publicado: 2014-12-31T23:00:00+00:00


17

C

uando se visita una propiedad con una historia tan accidentada como las ruinas de Bickerstaff, lo más lógico sería atenerse a las horas diurnas por cuestiones de seguridad. A pesar de ser la opción sensata, por desgracia resultaba poco factible por varias razones. La primera era que, después de una noche como la que habíamos pasado, no nos levantamos hasta el mediodía y empleamos casi toda la tarde en preparar el equipo y avisar a las autoridades pertinentes para que nos concedieran permiso para acceder a la casa deshabitada. La segunda era la insistencia de George en acercarse hasta los Archivos de Chertsey a buscar Las confesiones de Mary Dulac, ese manuscrito antiguo redactado por una de las amistades de Bickerstaff. George quería hacerlo lo antes posible, con la esperanza de que pudiera arrojar alguna luz sobre los hechos horripilantes que habían tenido lugar en la casa de Bickerstaff tantos años atrás. Además, estaba convencido de que solo era cuestión de tiempo que Bobby Vernon leyera los mismos periódicos que él había encontrado y que atara los mismos cabos.

La última razón (y la más importante) por la que no llegamos allí hasta después de que anocheciera era yo... O, mejor dicho, mis peculiares dones. Tras la charla con el cráneo, la fe de Lockwood en mis facultades estaba por las nubes. Así me lo hizo saber mientras trabajábamos en el despacho, reuniendo el equipo para la misión.

—Es indiscutible, Luce —dijo formando una hilera perfecta de bombas de sal en el suelo—. Tienes una sensibilidad extraordinaria y debemos aprovecharla siempre que sea posible. Quién sabe lo que podrías captar en casa de Bickerstaff después del anochecer. Y no me refiero solo al oído, sino también a tu sentido del tacto.

—Sí —contesté sin demasiada seguridad—. Puede.

Tal vez os hayáis fijado en que no parecía loca de contenta. Es cierto que, a veces, capto sensaciones que pertenecen al pasado con solo tocar objetos que poseen rastros paranormales, pero eso no significa que siempre sea agradable. Estaba bastante claro que la residencia de Bickerstaff no iba a proporcionarme demasiados momentos felices, por muy animado que Lockwood estuviera entonces.

En cualquier caso, esa tarde era incapaz de compartir su buen humor. De nuevo, la luz del día había apagado el entusiasmo que habían provocado las palabras de la calavera susurrante y me di cuenta de que cada vez me inquietaba más que siguiéramos el camino trazado por aquella cosa. Lo primero que hice cuando bajé fue cerrar la pestaña de la tapa y cubrir el tarro con un trapo. No quería que el fantasma nos oyera o nos viera, salvo que lo decidiéramos nosotros. Aun así, no conseguí desprenderme de la sensación de que el daño ya estaba hecho.

Terminé de vaciar los cinturones en mi mesa y empecé a ordenar los termómetros y las linternas, las velas y las cajas de cerillas, los viales de agua de lavanda y todo lo demás, asegurándome de que todo funcionaba. Lockwood canturreaba tranquilamente mientras reabastecía las provisiones de hierro.



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