El diablo en cada esquina by Jordi Ledesma Álvarez

autor:Jordi Ledesma Álvarez
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Policial, Novela
publicado: 2014-12-31T23:00:00+00:00

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EL RÍO DE SANGRE

Esteban se ha procurado un escape que él cree seguro. Ha abandonado Barcelona. Regresó de Pamplona en tren, pero en casa de Chechu encontró mucho revuelo policíaco, no llegó a entrar ni al portal, le bastó con ver los coches en los zaguanes y los guardias en las aceras. No sabe que su amigo ha muerto y no se explica cómo ha llegado hasta allí la poli. Piensa que lo han delatado y que lo buscan por lo de Olaz. Le sabe mal por la pasta que no ha podido coger. Se ha atrevido a acercarse al piso de Sants, a cobrarle el alquiler a la familia que tiene arrendada, suelen ingresarle el dinero, pero se ha montado una excusa con la que ha convencido al hombre para acompañarlo hasta una oficina de "la Caixa" y que este mes se lo pague en efectivo. Dos horas después, la policía ha pasado por allí. Él solo tiene esos setecientos, ha coaccionado emocionalmente al inquilino, ha inventado una historia acerca de un tumor maligno, ha hablado de una extirpación, de nueve meses de espera en la Seguridad Social, y ha gestionado elocuentemente los términos: «Clínica privada. Dinero en efectivo. Ahora. Peligro de muerte. No le haría este feo si no fuera una cuestión vital. Mal momento económico. Punto irreversible. Me voy a morir. Gracias».

Ha llegado a Huesca en autobús, desde Zaragoza. A dedo lo han acercado hasta Arbaniés, y andando ha llegado hasta la entrada del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Va en busca de Óscar, a quien conoce de Barcelona. Óscar es biólogo y, desde hace seis años, todos los inviernos los pasa en un refugio en el parque. Tiene una subvención del Gobierno de Aragón, hace seguimiento y recuento de zorros, gatos monteses y otras especies de la fauna autóctona. Esteban estuvo en Guara con él, en verano, hace cuatro años, y Óscar le enseñó la cabaña en la que duerme. Recuerda bien el paraje y cree que sabrá llegar. Prevé que a su amigo no le va a hacer gracia que se personifique en plan ocupa; por eso, mientras camina, va cavilando excusas que resulten mínimamente creíbles, pero no es capaz de convencerse a sí mismo. Siente euforia y miedo, el corazón le palpita veloz desde hace días. Lleva una mochila barata y algo de ropa que ha comprado en Zaragoza.

Se orienta bien, no es la primera vez que huye, aunque nunca se había involucrado en un marrón tan oscuro. En un principio no contó con tardar tanto en llegar. Es medianoche cuando lo hace. Atisba las luces tenues de la chabola de madera, construida en un claro y parapetada por dos pinos negros; la chimenea echa humo. Intencionadamente, hace ruido al caminar y da un par de voces gritando «hola».

La puerta se abre, Óscar sale. Lleva una linterna con la que enfoca.

—¡Ey!… ¿Cómo te va?… Pasaba por aquí… —alega Esteban, en tono jocoso y mueca simpática.

El tío alucina al verlo, lo reconoce y alucina más, si cabe.

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