El deseo de una princesa by Maisey Yates

El deseo de una princesa by Maisey Yates

autor:Maisey Yates
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2018-12-13T23:00:00+00:00


Capítulo 7

Eva dejó que el agua caliente le cubriera el cuerpo. La bañera, de forma oval, estaba en el exterior de la casa. El vaho se alzaba desde la superficie y giraba en el aire fresco de la noche, con los picos de los Alpes al fondo.

En otras circunstancias, habría sido una sensación relajante; pero la presencia de Mak la mantenía permanentemente tensa.

Le hacía sentir cosas increíbles.

Por primera vez en su vida, estaba dispuesta a mantener una relación sexual sin amor. Y le daba un poco de miedo.

Durante los meses anteriores, había espoleado su propia rebeldía sin más objetivo que el de molestar a su padre; era una rebeldía calculada, que podía controlar. Sin embargo, ahora estaba fuera de control y amenazaba con derribar todas sus defensas cada vez que Makhail se le acercaba.

–¿Disfrutas del baño?

Eva se sobresaltó al oír la voz de Mak. Estaba en la puerta, más sexy que nunca.

–Sí. Hace una noche preciosa –contestó–. Y helada.

–El truco consiste en quedarse dentro del agua caliente y correr a la casa cuando hayas terminado... pero no te olvides de ponerte una toalla.

–Gracias por el consejo.

–De nada. Estoy aquí para protegerte –declaró con sarcasmo–. No quiero que termines con una pulmonía... A tu padre no le haría ninguna gracia.

–¿Has hablado con él?

Eva estaba preocupada con Stephanos. Se había enfadado tanto con ella como si la creyera culpable de las acusaciones que habían aparecido en la prensa. Pero a Eva no le extrañaba mucho. En realidad, su padre no la conocía; solo conocía a la mujer que él quería que fuera. Si la hubiera conocido, habría sabido que era inocente.

–Lo llamé por teléfono para informarlo de que ya estamos en mi casa.

–¿Ha dicho algo de Bastian?

–¿Tienes miedo de que renuncie a casarse contigo?

–Más bien, de que no renuncie.

–No, no ha dicho nada.

Eva suspiró.

–Claro que no... ¿Por qué iba a decirlo? A fin de cuentas, yo no pienso en cosas insignificantes como mi futuro o el hombre con quien me van a casar –ironizó–. Jamás me preocupo por banalidades.

–Deja de hablar como una niña mimada, Eva.

–No hablo como una niña mimada. Puede que lleve una vida de privilegios, pero el dinero no da necesariamente la felicidad.

–No, pero es fundamental para la supervivencia de las personas –replicó–. Y algunos dirían que no tener que preocuparse por él es algo bastante parecido a la felicidad.

–¿Estás diciendo que, como otras personas tienen problemas más importantes, yo no tengo derecho a preocuparme por los míos? Mak, no me estoy quejando de vicio.

–Ni yo te he acusado de ello.

–Pero lo insinúas. Cada vez que hablas, lo insinúas; cada vez que me acusas de ser una niña mimada, lo insinúas... Discúlpame, pero no me agrada la idea de que mi padre me venda al mejor postor.

–Eva...

–¿Qué, Mak? ¿Tan extraño te parece que quiera vivir mi propia vida y ser dueña de mis propios sentimientos? Maldita sea... eres igual que los demás.

Eva salió del agua con su biquini minúsculo. Mak admiró un momento su cuerpo y le dio la toalla de baño, que ella se puso.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.