El desafio de las damas by Almudena de Arteaga

El desafio de las damas by Almudena de Arteaga

autor:Almudena de Arteaga [Arteaga, Almudena de]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


El día que supe por una pequeña indiscreción del duque mi abuelo que se

hablaría en el Consejo Real sobre el matrimonio de la infanta, corrí a proponerle

un plan. Las dos nos esconderíamos en la discreta estancia que el mismo conde

duque de Olivares había dispuesto para su hermano el rey en los casos en los que

éste no deseaba estar presente en el Consejo pero sí enterarse de las dilaciones

de los consejeros en su ausencia.

Antes de acudir a aquella estancia secreta, quise cerciorarme de que nadie

nos molestaría, y por ello supe que el rey muy probablemente agotaría el día

entretenido entre las sábanas de una de sus conquistas y que la reina tampoco lo

haría, ya que prefería pasear su reciente desdicha por los jardines del alcázar.

Sólo existiría el peligro de que nos descubriese la mujer de Olivares en nuestro

observar.

Antes de sacar la copia de la llave de aquel cuarto de mi faltriquera, nos

asomamos por última vez a un balcón de la fachada trasera del alcázar para

asegurarnos de que la susodicha, como siempre, andaba persiguiendo a la reina.

Allí estaba, ni siquiera respetaba la petición de soledad de su señora. Mientras

doña Isabel tiraba pétalos de rosa a un pequeño estanque, ella la acechaba desde

detrás de un seto. Por la actitud melancólica de la reina, aquella mujer tardaría

al menos media hora en regresar, junto a la dueña de su observar.

Abrí la puerta muy despacio para que no chirriase, dejé pasar primero a la

infanta y tras ella volví a cerrar con llave. Doña María se asomó desde el

principio para atisbar la sala. Desde la celosía, al comprobar que el debate de ese

instante no le tocaba en absoluto, perdió el interés inicial y tomó asiento en una

pequeña mecedora que allí había frente a un reclinatorio. Si todo salía como yo

esperaba, después de aquel consejo a la infanta, no le cabría ninguna duda sobre

las alevosas intenciones de Olivares para con ella.

Aproveché para escuchar. Hacía cuatro años que el sucesor del archiduque

Alberto en el Gobierno de Flandes intentaba ampliar el plazo de la extinta

tregua a la que los holandeses habían estado ligados durante los últimos doce

años, pero la obstinada negación de los rebeldes a mantenerla nos había

empujado a la guerra.

Olivares, en repetidas ocasiones y remitiéndose a las noticias que mandaba

el general Spínola desde el frente, intentaba convencer al Consejo de la

necesidad de terminar con este conflicto, pero nadie dio su brazo a torcer. El

grueso del Consejo quería que España permaneciese involucrada en la contienda,

pues el ceder en Flandes sería un signo de flaqueza que alentaría a los franceses

en la lucha enconada que desde hacía décadas mantenían contra la Casa de

Austria.

117

El valido tuvo que plegarse a su deseo a pesar de que las cuentas para

costear esa guerra seguían sin cuadrar y de que sería difícil conseguir más ayuda

económica en las venideras Cortes en Valencia, Aragón y Cataluña. Los tres

reinos ya se sentían demasiado esquilmados.

Debatido este punto, pasaron a discutir el siguiente: el matrimonio de la

infanta María con el príncipe de Gales. Al oírlo, la aludida se puso en pie muy

despacio. Yo le dejé mi sitio para que se asomase al pequeño ventanuco.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.