El cuarto clausurado by Elizabeth Daly

El cuarto clausurado by Elizabeth Daly

autor:Elizabeth Daly [Daly, Elizabeth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1945-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO X

NORDHALL envolvió la cabeza de Nonie en sus diarios y se quedó mirando a su alrededor.

—No creo que los Clayborn deseen este recuerdo, pero tampoco lo quiero yo.

Se acercó a un armario de roble, lo abrió y puso el paquete sobre algunos viejos atlas. Regresó luego al escritorio, tomó sus papeles y la caja de cartón, y agregó:

—Vamos.

El amplio vestíbulo estaba desierto, silencioso y débilmente iluminado por la luz procedente del interior de varios globos de cristal coloreado sostenidos por una estatua de bronce situada sobre el poste de la escalera. Cuando Nordhall y Gamadge llegaron al arranque de la misma, se asomó por sobre la baranda del primer rellano un rostro sobre el cual se reflejaba el resplandor rojizo de las lámparas.

—Teniente Nordhall…

—¿Sí?

Garth Clayborn descendió por la escalera.

—¿Habría inconveniente en que saliera de aquí a tomar un poco de aire?

Nordhall se quedó mirándolo. Al fin dijo:

—Ninguno, si puede mantenerse alejado de los caballeros de la prensa. No quiero que hable con los periodistas ni se deje tomar fotografías.

—Sé librarme de ellos. Es lo único para lo cual tengo habilidad —repuso Garth, riendo—. He tenido mucha práctica. Además, saldré por la puerta de servicio.

—¿Cree que ellos no la han encontrado? —preguntó el teniente—. Le advierto que allí he puesto a dos hombres de guardia.

—Ya me las ingeniaré para salir.

—¿Tendría inconveniente en esperar un poco más, Clayborn? Tengo algo que decir a la familia, y usted forma parte de ella.

—Bueno —en el rostro de Garth apareció una expresión de curiosidad—. ¿De qué se trata?

—Lo sabrá en seguida si se reúne con el resto de la familia en la sala. —Nordhall hizo una pausa y preguntó luego—: ¿Adónde pensaba ir?

—Se me ocurrió dar un paseo y comer un bocado en alguna parte. No vería a mis amigos ni iría a mi club. Todo esto me ha puesto nervioso.

—Comprendo.

—Primero no le di importancia. Pero ahora me doy cuenta de lo que sucederá cuando los periodistas hagan de las suyas. Quisiera salir de esta morgue por una hora o dos y olvidarlo todo. Al fin y al cabo, hoy es mi cumpleaños.

—Todo esto debe ser terrible para ustedes los jóvenes. ¿También desea salir Elena Clayborn?

—Ella está muy afligida por su padre. Pero yo… A nadie le importa nada de mí, excepto a tío Gavan, y él se preocupa porque soy el único Clayborn que podrá mantener vivo el apellido. Así, pues, ¿por qué habría de molestarme por ellos?

—No hay motivo, es verdad. Es una lástima que haya estado en la casa. Por lo que puede decirnos acerca del asesinato de la Fitch, lo mismo sería que hubiera estado en otro sitio.

Garth sonrió.

—Yo podría decirle una cosa.

—¿Ah, sí?

—Sí. Podría decirle…

—¿Aquí? —Nordhall miró a su alrededor.

—Es el sitio más seguro de la casa. ¿Cree que lo que diga podrá ser oído en las habitaciones o en alguna otra parte de esta catedral?

—Probablemente no.

—Por cierto que no. —Garth bajó la voz—. Yo podría decirle por qué regresó Leeder.

Nordhall lo miró con renovado interés.

—¿Se refiere a su



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