El cortejo de la princesa leia by Dave Wolverton

El cortejo de la princesa leia by Dave Wolverton

autor:Dave Wolverton [Wolverton, Dave]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: - Divers
publicado: 1993-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 16

Aquel anochecer las llamas saltaban y destellaban en la hoguera encendida para cocinar, y las gotas de grasa que salían despedidas chisporroteaban y chasqueaban sobre las ascuas mientras los hombres iban cortando el animal en trozos que colocaban sobre platos de barro cocido con tubérculos, nueces y brotes crudos. Han estaba sentado sobre unos almohadones de cuero en el suelo junto con Chewbacca, Leia y Cetrespeó en la fortaleza del clan de la Montaña del Cántico. Han había descubierto que su cansancio, la llegada de la oscuridad y un estómago lleno hacían que le resultara muy difícil mantener abiertos los ojos; pero Chewie se estaba alimentando con mucho apetito a pesar de los vendajes que cubrían sus costillas. Los maravillosos poderes regenerativos del wookie permitían que su curación avanzara más en un día de lo que habría sido posible para un ser humano en dos semanas.

Si se volvía hacia las puertas abiertas Han podía ver grandes nubarrones de tormenta que se acumulaban en la lejanía y el destellar de los rayos entre ellos. Las estrellas ardían con intensa brillantez sobre las montañas cubiertas de árboles.

Las brujas reían a su alrededor y enseñaban hechizos a sus hijas entre las sombras. Las jóvenes vestían camisas y pantalones de pieles sin adornar, y no los trajes muy complejos de las brujas que ya habían recibido todo su adiestramiento; pero estar con sus hijas hacía que las brujas parecieran más despreocupadas y cariñosas. Se habían quitado los tocados y los cascos, y se habían soltado los cabellos dejando que cayeran sobre sus hombros y espaldas. Sin su indumentaria de guerreras al completo no resultaban tan impresionantes, y su nueva apariencia hacía que a Han le recordaran más un grupo de campesinas que otra cosa.

Los esposos de las brujas trabajaban en silencio. Vestían túnicas tejidas con fibras vegetales, y servían la cena a las mujeres haciendo tan poco ruido que Han casi tuvo la impresión de que se comunicaban telepáticamente.

Augwyinne estaba sentada cerca de Han y Leia para poder hablar con ellos sin necesidad de levantar la voz, y se había dado cuenta de la frecuencia con que Han volvía la mirada hacia la tormenta en la lejanía.

—No te preocupes —le dijo—. No es más que Gethzerion agitándose en su furia impotente, pero está demasiado lejos. Esta noche no habrá ninguna tormenta de la Fuerza.

—¿Gethzerion está causando todos esos rayos? —preguntó Cetrespeó, y sus ojos se iluminaron de repente—. Vaya, me pregunto cuánta energía podrá llegar a producir...

Augwyinne contempló la distante masa de nubes sin inmutarse, y una rama deslumbradora de relámpagos anaranjados terminada en muchas lenguas subió hacia el cielo, como si hubiera surgido de la nada expresamente para que ella pudiese verla.

—Oh, es muy poderosa y está muy irritada, pero no vendrá esta noche. Está reuniendo a todas las hermanas de su clan y no hará nada contra nosotras hasta que hayan llegado todas.

»Bien —dijo después como si quisiera cambiar de tema—, ese título de propiedad de Dathomir que enseñaste... ¿Realmente vale algo?

—Valdrá mucho cuando la Nueva República reconquiste este sector —dijo Leia.



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