El corazón de la selva by Teresa Radice & Stefano Turconi

El corazón de la selva by Teresa Radice & Stefano Turconi

autor:Teresa Radice & Stefano Turconi
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Infantil, Aventuras
publicado: 2018-10-21T22:00:00+00:00


En plena noche, Lila abre los ojos de repente. La ha despertado un chapoteo muy fuerte. Las mordeduras de hormiga le pican como fuego por todo el cuerpo. Se levanta de la hamaca para ir a por un poco de talco que le alivie el dolor y se da cuenta de que la embarcación no sigue inmóvil donde estaba anclada, sino que se mueve arrastrada por la corriente. Ella no sabía que las aguas de un río podían agitarse como las de un océano… De pronto, tiene que agarrarse a la borda para no salir despedida. Ahora el río está negro como el carbón y parece que el cielo amenaza el barco con nubarrones densos y un viento frío que sopla bajo la ropa. Lila se estremece; quiere avisar a los demás de que algo no marcha bien, pero unas náuseas repentinas le impiden hablar. La sopa de sabor indescriptible que ha cenado está a punto de volver a subir.

Una ola altísima choca contra la cubierta, aguando los sueños de Stradelli, que despierta sobresaltado y advierte de inmediato el peligro.

—¡Alessandro! ¡Alessandro, despierta! ¡Vamos a la deriva! —chilla el geógrafo zarandeando a su amigo.

—¿Qué pasa, Ermanno? —reacciona Sabatini.

Le responde una ventolera fría, acompañada de una oscilación del barco que se explica por sí misma. Carlos va corriendo al timón; no comprende por qué el ancla no ha aguantado, pero no es el momento de hacerse preguntas. La embarcación, con los motores apagados, está a merced de la corriente y corren el riesgo de volcar. El indígena intenta arrancar dos veces, pero no hay manera. Quizá sea por el movimiento, o tal vez por una avería imprevista. Al final, cuando toda la tripulación está agarrada a los mástiles, el Caboclo realiza una inversión de marcha muy arriesgada para rebelarse contra la voluntad del río. El barco se inclina de una forma espantosa, la borda roza la superficie del agua.

El grito de Carlos se oye por encima del aullido de la tormenta:

—¡Todos aquí! ¡Rápido!

El cocinero agita los brazos para indicarles que vayan a la parte opuesta a hacer de contrapeso. Durante un terrible instante, las constantes sacudidas hacen temer lo peor, pero, al final, el Caboclo se levanta e, impulsado por el motor, encuentra su camino y deja atrás el oleaje. Luego se aproxima a la costa para ponerse a salvo, se mete en un afluente del gran río y acaba encallándose en el fondo de arena, inclinado como un guerrero exhausto tras la batalla.



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