El conjuro olvidado by Donna Grant

El conjuro olvidado by Donna Grant

autor:Donna Grant [Grant, Donna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-11-02T04:00:00+00:00


17

Marcail estaba perdida como nunca antes lo había estado. Todavía no podía creer que Quinn se hubiera marchado de verdad. Por mucho que quisiera confiar en que regresaría, sabía que no lo haría. Una vez en manos de Deirdre, ella nunca lo dejaría ir.

Se acurrucó en las sombras, con los brazos envolviéndole el cuerpo. A pesar de que ella deseaba esconderse y hacer como si no estuviera en el peor lugar de Escocia, se mantenía cerca de la entrada para poder ver cada movimiento.

Ya antes se había fijado muchas veces en el más que simple interés que mostraba Charon por Quinn y sus hombres. Ahora ese interés se había volcado en Arran.

Arran estaba en la cueva de al lado con Duncan, al que no había visto desde que Quinn había abandonado el Foso. Pero cuanto más miraba a Charon, más interesado parecía el guerrero color cobrizo en lo que estuvieran haciendo Arran y Duncan.

Ella pensó en las palabras de Quinn sobre que Charon podía ser un espía. Todo lo que tenía eran sospechas, y ni siquiera sabía qué hacer con ellas.

Marcail se cogió el final de una trenza y deslizó los dedos por la cinta de oro que mantenía su cabello atado. Ojalá hubiera algún modo de ayudar a Quinn.

Si quería ayudar a Quinn iba a tener que asumir riesgos que normalmente no correría y aquello significaba abandonar la seguridad de la cueva de Quinn. Antes de tener tiempo de cambiar de idea, se puso en pie y se dirigió hacia Charon.

El guerrero color bronce arqueó una ceja cuando la divisó.

—¿Te has perdido, pequeña druida?

Ella odiaba ser más pequeña que los demás, porque siempre había alguien que lo utilizaba en su contra. Ella levantó la cabeza para mirar al alto guerrero y sus gruesos cuernos color bronce.

—Sé adonde voy.

—¿Lo sabes? Puesto que has venido a mí, supongo que es que quieres algo de mí ahora que el MacLeod se ha ido.

—Sí, quiero algo de ti.

Él se apartó de la pared y la miró sonriendo.

—¿Protección? ¿Has venido porque te has dado cuenta de que Arran y Duncan no pueden protegerte?

—He venido porque me he dado cuenta de que tú eres el espía de Deirdre.

Él parpadeó, perplejo ante sus palabras. A Marcail le gustaba haberlo sorprendido.

—¿No tienes nada que decir? —le preguntó.

—Si fueras un guerrero te mataría solo por pronunciar esas palabras.

Marcail sabía lo suficiente como para tener miedo, pero algo en su interior le decía que sus sospechas eran ciertas.

—¿Quizás porque son ciertas?

—Por todos los dioses, eres muy atrevida, mujer. ¿Es eso lo que encontró tan fascinante en ti Quinn?

Ella se negó a permitir que la conversación cambiara de tema.

—¿Por qué estás espiando para Deirdre?

Él dio un paso hacia ella y estiró los labios para dejar los colmillos a la vista.

—Si yo fuera tú, me olvidaría de que hemos mantenido esta conversación y centraría toda mi atención en mantenerme con vida.

Un grave y torturado gemido inundó el Foso. Ella supo de inmediato que se trataba de Duncan. Marcail se olvidó de



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