El cerebro del dragón by Curtis Garland

El cerebro del dragón by Curtis Garland

autor:Curtis Garland [Garland, Curtis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 1975-01-01T00:00:00+00:00


SEGUNDA PARTE

MENTE ASESINA

CAPÍTULO PRIMERO

Ivy yacía en los escalones de su casa. Inconsciente. A merced de sus enemigos.

Chang-Lo permanecía erguido, en guardia, junto a la verja metálica donde asesinaran al policeman.

Y los tres zombis de Oriente, avanzaban sobre la muchacha, eludiendo el encuentro con Chang-Lo.

El joven comprendió la situación. Era Ivy quien había de morir. Alguien había dictado ya sentencia contra ella. Y los ejecutores de mente vacía iban a obrar conforme a lo ordenado. Era su costumbre. Su rutina escalofriante.

—¡No! —rugió Chang-Lo, con un grito ronco, brusco, como el que exhalan los karatecas en sus ejercicios más violentos—. ¡Eso nunca, maldita horda de peleles!

Y se precipitó sobre ellos, aun a sabiendas de que eran peleles de muerte, monigotes asesinos, bajo su espantoso y feo aspecto.

Sus elásticas piernas, al saltar, le llevaron justamente delante de los tres atacantes. Los contempló. Y ellos a él.

Por un instante, hubo un asomo de duda en los dakois. Quizá sus mentes vacías no lograban comprender la presencia de un enemigo de su propia raza, contra todo lo programado y establecido por su amo. Eso favorecía, sin duda, a Chang-Lo, dándole la iniciativa al joven y audaz oriental. Pero por poco tiempo.

Por muy poco tiempo. Apenas un instante después, algo debió alterar sus circuitos mentales de ciega obediencia. Un cambio en la programación alteró sus movimientos. Ahora, la mirada fría, fija en Chang-Lo, parecía descubrir en el oriental a un enemigo.

Ya para entonces, Chang había entrado en acción. No podía ser de otro modo… o era hombre muerto. Dejar la iniciativa al siniestro trío, significaba morir estúpida y brutalmente, como el propio policeman.

Chang-Lo había saltado sobre el primer dakoi con sus brazos adelantados, sus manos planas, golpeando secamente por tres veces sobre la cabeza del enemigo. Sabía dónde golpear. Tras una oreja, en la hendidura de su frente, en su nuca…

Fueron tres impactos del filo endurecido de su mano en karateca. Golpes certeros a puntos precisos de aquellas cabezas vacías, pero provistas de un sistema de contacto con el remoto control de su amo.

Hubo un movimiento brusco en el dakoi herido. Luego, se desplomó sordamente, sin una sola queja, sin emitir un sonido por su boca desprovista de lengua. Había aniquilado a uno de los monstruos, pero aún quedaban dos. Y éstos sabían ya que él era un enemigo.

Le atacaron inmediatamente. Uno por cada flanco, con sus terroríficas manazas por delante, para hacer impacto en su cuerpo o en su cabeza. Chang-Lo describió con su cuerpo un salto inverosímil, por encima de las propias cabezas de ambos dakois. Fue como si volase sin alas.

Flotó un instante en el aire, mientras las manos rígidas buscaban en vano su cuerpo. Luego, Chang descargó sus pies sobre aquellos cráneos rapados, justo tras la oreja, como hiciera antes. Y al lograr inmovilizarles una décima de segundo, al paralizar sin duda sus sistemas de contacto mental de modo momentáneo, tuvo ocasión de caer encima de los dos corpachones, y repetir los golpes en la nuca y frente de los dakois. Notó dos chasquidos secos, bajo el hueso craneal.



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