El caso Collini by Ferdinand von Schirach

El caso Collini by Ferdinand von Schirach

autor:Ferdinand von Schirach [Schirach, Ferdinand von]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2011-09-11T00:00:00+00:00


12

Los primeros cinco días de la vista el tribunal estuvo escuchando a testigos y peritos. La magistrada presidente estaba bien preparada. Preguntaba de forma hábil y sistemática, parecía imparcial. No hubo sorpresas, los testigos declararon lo que ya habían dado a conocer a la policía. El fiscal jefe Reimers apenas tenía preguntas, a veces completaba algún aspecto.

Mattinger dominó el proceso. El primer perito que testificó fue el médico forense. Mattinger preguntó al profesor Wagenstett por ángulos de tiro, heridas de entrada y salida, lesiones, distancias y patadas, pidió que le explicaran los pormenores con las fotos. Leinen vio la cara de asco de las escabinas ante las imágenes de la autopsia; no las olvidarían. Mattinger planteaba las preguntas de modo que todo el mundo las entendiera. Siempre que el forense utilizaba una expresión médica, Mattinger solicitaba una traducción, y cuando el forense no la tenía, el abogado le pedía que describiera con palabras sencillas lo que quería decir. Al cabo de dos horas todo el mundo en la sala se había hecho la imagen de un hombre brutal, que había obligado a ponerse de rodillas a un anciano indefenso y le había disparado en la cabeza por detrás. Mattinger no alzó la voz ni una sola vez, tampoco gesticuló mucho. El abogado entrado en años permaneció sentado tranquilamente en su sitio y formuló preguntas simples, parecía relajado y confiaba en las imágenes que iban cobrando forma en la mente de los presentes.

Después de cinco días daba la impresión de que el resto del proceso sería pura rutina. La magistrada presidente continuó siendo amable y la secretaria judicial de la coleta miraba a Leinen cada vez con más cara de pena. El interés de la prensa fue disminuyendo, día a día acudían menos periodistas a la sala. Los periódicos estaban de acuerdo en que Collini probablemente sólo fuese un loco. La sexta jornada cayó enferma una de las dos escabinas, una fuerte gripe. La magistrada interrumpió el proceso diez días.

Leinen tenía claro que estaba perdiendo. Todas las tardes iba al bufete y se sentaba a hojear el sumario. Había leído cien veces las declaraciones de los testigos, el informe de la autopsia, los dictámenes periciales y las notas de la policía judicial. De las paredes del despacho colgaban las fotos de la escena del crimen, que escrutaba a diario. En vano. Tampoco ese día fue distinto. En torno a las diez apagó la lámpara del escritorio. Contempló cómo se consumía el cigarrillo en el cenicero y olió el filtro quemado. Mattinger había dicho que tenía que pensar, que las respuestas siempre estaban en el sumario, que sólo había que leerlo bien. «Cómo defender a un hombre que no quiere defenderse», se decía Leinen.

Recordó que había olvidado llamar a su padre por su cumpleaños. Miró el reloj y marcó el número en la penumbra de la habitación. Su padre parecía igual que siempre, le dijo que estaba limpiando los rifles, que se había pasado el día entero fuera, en el coto, y se había ocupado de los comederos.



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