El Cardenal Del Kremlin by Tom Clancy

El Cardenal Del Kremlin by Tom Clancy

autor:Tom Clancy [Clancy, Tom]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: BestSeller
publicado: 2011-01-20T21:21:30+00:00


–Eso es algo. El problema es: ¿qué? -Jones apretó la tecla de su micrófono. -Control, aquí sonar, tenemos un contacto con marcación cero-nueve-ocho. Designación del contacto Sierra -Cuatro.

–¿Está seguro de que es un contacto? -preguntó el joven suboficial.

–¿Ve esto? -Jones deslizó el dedo sobre la pantalla. El display !cascada! estaba completamente desfigurado por el ruido ambiental. -Recuerde que está buscando señales definidas. Esta línea no es casual. -Pulsó algunas teclas ordenando una alteración del display. La computadora comenzó a procesar una serie de bandas de frecuencias separadas. Antes del minuto la imagen quedó clara. Por lo menos así lo pensaba el señor Jones, notó el joven sonarista. La incidencia de luz en la pantalla tenía una forma irregular, se ensanchaba y se estrechaba, cubriendo unos cinco grados de marcación. Jones miró fijamente la pantalla durante unos minutos más, y luego volvió a hablar.

–Control, aquí sonar, clasifico blanco Sierra -Cuatro como uno fragata clase Krivak, con marcación cero-nueve-seis. Parece que sus hélices giran para unos quince nudos, más o menos. -Jones se volvió hacia el muchacho. Recordó su propio primer viaje. Este chico de diecinueve años ni siquiera tenía todavía sus insignias de delfines. – ¿Ve esto? Es la "firma" de alta frecuencia de sus máquinas a turbina; es inconfundible y por lo general se la puede oír desde muy lejos, porque el Krivak no tiene buena aislación para el ruido.

Mancuso entró en el compartimiento. El Dallas era un 688 en su "primer vuelo", y no tenía acceso directo desde la sala de control al sonar, como lo tuvieron los posteriores. En cambio, había que adelantarse y pasar alrededor de un agujero en el piso que conducía abajo. Probablemente lo cambiarían en los primeros trabajos de mantenimiento. El comandante señaló con su jarro de café en dirección a la pantalla.

–¿Dónde está el Krivak?

–Aquí exactamente, con marcación constante todavía. Tenemos buenas aguas alrededor de nosotros. Probablemente está bastante lejos.

El comandante sonrió. Jones siempre estaba tratando de adivinar la distancia. Lo que parecía diabólico era que, en los dos años que había estado a bordo como miembro de la dotación a las órdenes de Mancuso, habían sido muchas más las veces que acertaba que las otras. Hacia popa, en la sala de control, el grupo de seguimiento para control de fuego ploteaba la posición del blanco con respecto al rumbo conocido del Dallas, para determinar rumbo y distancia de la fragata soviética.

No había mucha actividad en la superficie. Los otros tres contactos de sonar recibidos correspondían a buques mercantes de una sola hélice. Aunque ese día el tiempo estaba decente, el Mar Báltico – un lago supermedida para la forma de pensar de Mancuso – era muy pocas veces un lugar agradable durante el invierno. Los informes de inteligencia decían que la mayoría de los buques enemigos se hallaban en puerto para reparaciones. Eran buenas noticias. Y, mejores aún, no había demasiado hielo. Una estación realmente fría podía congelar totalmente las aguas, dificultando mucho la misión que tenían.

Hasta ese momento, sólo el otro visitante, Clark, sabía cuál era esa misión.



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