El último Patriarca by Najat El-Hachmi

El último Patriarca by Najat El-Hachmi

autor:Najat El-Hachmi
La lengua: es
Format: mobi
Tags: Novela
publicado: 2010-01-04T08:34:21+00:00


Yo, que no sabía cuándo acabaría todo

aquello, comencé a leer el

diccionario.

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DICCIONARIO DE LA LENGUA

CATALANA

Para escapar del poltergeist, si no tienes una señora chillona y bajita como Tangina Barrons, debes reír mucho, hasta sentirte las costillas a punto de estallar, o debes llorar mucho, hasta sentir que te has vaciado, o debes tener un orgasmo, que, según como se mire, también es vaciarse. Yo todavía no sabía de eso, de tener orgasmos, a padre no le gustaba que nadie llorara y a madre no le gustaba que nadie riese. De manera que comencé a leer, palabra por palabra, aquel diccionario de la lengua catalana. Todos decían qué niña más inteligente, qué niña más estudiosa, pero sólo era para buscar una de las tres cosas.

Se estableció un tiempo de tregua. Haremos como si no hubiesen existido nunca mis padres, ni él, ni nada de nada. Ni los tuyos. Nadie. No quiero ni oír pronunciar sus nombres. Cualquiera que los mencione, que se prepare. Aquélla era nuestra tregua. No hablar de los abuelos ni de las tías ni del tío. Sobre todo madre, ella no podía ni decir tu padre, tu madre. Chsss, decía con los ojos saliéndole de las órbitas tanto como podían. Chsss, yo no tengo padres, y tú no deberías hablar de ello. Y todo porque ellos no habían condenado a su hermano por el gran pecado cometido. No debía existir nada anterior a nuestro viaje. Nada. En aquello debíamos ver que padre quizá era capaz de amar, fue el cierre progresivo de los intestinos de madre lo que ayudó a firmar el tratado de paz. Tú comes y yo me olvido de todo. No recuerdo que madre tuviera tan mala cara para que él se asustase de aquella manera, pero es que yo ya debía de ir por la B. Baador era un adjetivo y baare otro adjetivo, mientras que baba ya era un término infantil para abuela, y no lo que te resbala por la comisura de los labios cuando duermes ni lo que te cae. Yo todo esto no lo entendía, pero lo leía igualmente, para ver cómo sonaba.

Yo era su preferida, la niña de sus ojos, era a mí a quien quería más que a nadie en el mundo, más incluso que a madre, más incluso que a los hermanos mayores, más incluso que a las mujeres que había tenido antes de llegar nosotros. No era un amor cómodo, pero me permitía ir con él a todas partes. Un margen de libertad que no acostumbran a tener las mujeres y del que yo gozaba, algo sin precedentes en la sucesión de patriarcados.

Hacía crucigramas en el bar de la calle. Las tortillas eran de esponja y el camarero era calvo y barrigudo, con unas manchas en la frente que ya no es frente. Había pájaros enjaulados por todas partes y olor de farias o roslies, que yo no sabía distinguir. Padre prefería ducados y se fumaba un paquete tras otro mientras se tomaba el cortado con el peso del cuerpo apoyado sobre una pierna, el codo sobre la barra de mármol.



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