El amor está en juego by Jan Freed

El amor está en juego by Jan Freed

autor:Jan Freed
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2000-01-21T23:00:00+00:00


Travis entró en el aparcamiento de KLUV Televisión justo cuando Kara salía de su Toyota. Aunque no hubiese sabido qué vehículo conducía, habría reconocido aquella melena a dos kilómetros de distancia. Aquel tono rubio platino centelleaba a la luz del sol como una perca al saltar en el agua.

Se lo había dicho en una ocasión, pero Kara se había reído, como si no fuera un cumplido. Y lo era. El mejor de todos. No había nada más hermoso en la faz de la tierra que una perca saliendo del agua.

Kara divisó su Jeep, señaló la plaza vacía junto a su sedán azul y esperó a que aparcara. Habían hecho tres ensayos en los estudios desde que se reunieran para ponerle nombre al programa, pero sus nervios estaban más tensos que un cable de acero en la boca de Tiburón.

Maldición, ya debería haberse acostumbrado a verla.

Salió del Jeep y contempló su sonrisa, quedándose mudo al ver su nuevo corte de pelo. Unos mechones suaves cortados a capas enmarcaban sus pómulos altos y mandíbula cuadrada. El resto caía en línea recta y gruesa sobre sus hombros.

—Buenos días —dijo con una alegre sonrisa—. Me gusta tu corte de pelo. Kent hizo un gran trabajo.

El humor de Travis se torció al instante. Gruñendo, dio media vuelta y se tomó su tiempo para cerrar el Jeep con llave. Todavía no había superado su cambio de imagen. Nada más verlo, Jake y Seth habían aullado su opinión.

Con las orejas ardiendo, Travis dio media vuelta y echó a andar hacia el edificio. Kara lo alcanzó y caminó a su lado.

—¿Qué tal el viaje desde el lago?

—Largo.

Kara se recuperó con valentía.

—Al menos es un bonito día. Apuesto a que los árboles están preciosos. Las hojas han empezado a cambiar de color.

—Las percas por fin han picado con cebos artificiales. Al menos, eso tengo entendido.

La mirada de Kara podría haber cortado tomates en rodajas.

—Oye, siento que tengamos que hacer tantos ensayos. Yo tampoco tengo tiempo libre, pero nos hemos comprometido a grabar el programa piloto y no quiero hacer el ridículo el próximo miércoles.

—Diablos, Kara, yo ya lo he hecho.

Avanzaron tres pasos más.

—Está bien, te escucho —barbotó Kara—. ¿Qué quieres decir?

Habían llegado a la entrada. Travis abrió la puerta y la sostuvo.

—Tú primero —dijo con un floreo.

Kara la atravesó con la barbilla levantada. Alta, elegante, con «presencia», y esa fragancia floral que tanto lo atraía. La siguió indefenso hasta donde ella esperaba de pie a oír su explicación. Con jersey de cuello alto de color borgoña, un cinturón negro y una falda negra hasta media pantorrilla, Kara no podía ser descrita como una mujer frágil.

Pero amigo, qué poder tenía.

—Está bien, no me lo expliques —dijo Kara, volviendo la cabeza hacia el mostrador de seguridad.

Travis la alcanzó en dos zancadas.

—Lo que quiero decir es que ya tuve bastante con los toques de maquillaje de Brad el otro día. Kent y sus tijeras del demonio han sido la gota que ha colmado el vaso. No puedo creer que me dejara convencer por Ross para cortarme el pelo de esta forma.



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