E de evidencia by Sue Grafton

E de evidencia by Sue Grafton

autor:Sue Grafton [Grafton, Sue]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1988-01-01T05:00:00+00:00


14

Me tomé un par de Tylenoles y me quedé como un tronco, sumida en un sueño profundo y sin imágenes que me calmó los agotados nervios y me devolvió el optimismo. Me levanté a las seis, preparada para correr como todos los días. No vi el coche de Daniel en mi acera. Hice unas flexiones de calentamiento sujetándome a la valla del jardín y me dirigí hacia el bulevar Cabana.

La carrera me sentó de maravilla. El cielo era de color gris perla con franjas rosadas. A mi derecha, las olas gris marengo se lanzaban sobre la arena compacta, dejando a su paso un encaje de rizos blancos como la nieve. El muelle se reflejaba en los charcos resplandecientes que quedaban al retroceder las olas. Se habría dicho que las aguas mandaban callar a los pájaros que chillaban en lo alto. Era el último día del año y corrí con el entusiasmo que infunde siempre el advenimiento de otro. Ya encontraría la manera de solucionarlo todo: Lance, las sospechas de Mac sobre mí, incluso la súbita aparición de Daniel ante mi puerta. Estaba viva, sana y físicamente en forma. El local de Rosie volvería a abrirse el lunes. Seis días después regresaría Henry. Tenía el atrevido vestido verde que me había regalado Olive y, si esta cumplía lo prometido, podía contar con una invitación para la Nochevieja. Hice los cinco kilómetros de costumbre y, para refrescarme, durante el último trecho de vuelta reduje la marcha y seguí a paso normal.

Me duché, me enfundé unos tejanos, como siempre, y me puse a disfrutar de la mañana. Para entonces ya eran las siete, pero aún era demasiado temprano para telefonear. Me tomé un tazón de copos de cereal y leí el L. A. Times mientras tomaba un par de tazas de café. En el rincón estaba la guitarra de Daniel, dando mudo testimonio de la reaparición de su propietario en mi vida, aunque apenas le presté atención.

A las siete y treinta y cinco llamó Darcy desde La Fidelidad de California. Había registrado a conciencia el despacho de Andy y no había encontrado nada.

—Mierda —dije—. ¿Ni siquiera una máquina de escribir? En última instancia esperaba que apareciese algo que cotejar con el informe falsificado del cuerpo de bomberos, pero no vi ninguna máquina en su piso.

—A lo mejor la tiene en el maletero del coche.

—Muy bien pensado, oye. Ya encontraré la manera de averiguarlo. Mientras tanto, mantente ojo avizor. Puede que aparezca algo. Andy tiene que estar relacionado de algún modo con esta historia. Interesaría saber a quién conoce en Wood/Warren. ¿Miraste en su Rolodex?

—Será inútil. Conoce a esa gente porque la asignación era suya. Está obligado a tener su teléfono a mano. Echaré un vistazo de todos modos. Puede que me entere de alguna otra cosa.

Y colgó.

A las ocho puse una conferencia a Texas para hablar con Lyda Case. Su compañera de piso me dijo que estaba fuera de la ciudad, tal vez en California, aunque no estaba segura. Le di mi teléfono y le dije que si Lyda la llamaba, que por favor le transmitiera el recado.



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