Duquesa enamorada by Eloisa James

Duquesa enamorada by Eloisa James

autor:Eloisa James
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2002-08-09T22:00:00+00:00


Capítulo 19

UNA conversación sobre pesca a la orilla del río.

Neville era tan crítico que Carola deseaba que hubiera elegido a Esme para cortejarla en lugar de a ella. No habían llegado al río, porque él continuaba ajustando detalles de su vestuario y dándole más y más instrucciones sobre cómo ser más coqueta.

—Neville —gritó finalmente, exasperada—. ¡Te aseguro que Tuppy no se fijará en mi ropa, no se fijaría en mí aunque fuera vestida con un saco!

—No te subestimes —dijo él, echándole una última mirada crítica—. No. Esa prenda debe irse. —Y con un movimiento rápido le retiró el pañuelo que su doncella había tardado media hora en ponerle.

Carola se agarró a él inútilmente.

—¡Este vestido tiene un escote muy bajo sin este pañuelo! ¡No pueden verme así!

—Claro que pueden. Ahora estás a la moda —dijo satisfecho.

Ella miró con horror sus senos inflados.

—Ya piensa que soy gorda, ¡Neville! ¿No entiendes que debo tapar toda esta piel? ¡Ahora pensará que he aumentado al menos dos tallas!

—¿Cuándo te casaste con el pobre hombre?

—Hace cuatro años. ¿Por qué lo preguntas?

—Creo que tu pecho ha crecido en ese tiempo. Ciertamente, ahora estás más redondita que cuando te conocí.

Carola entornó los ojos.

—La talla de mi ropa es información privada.

—¿Aunque te prometa que nunca desearé tu pecho grande y seductor? Nunca me permito desear cosas imposibles. Pero pienso que es muy probable que tu pobre y enamorado marido sí.

—¿Enamorado? ¡En absoluto!

—Enamorado —respondió él—. Lo vi observándote, después de que le dieras aquella magnífica bofetada. Estaba azul, como uno de esos peces que tanto ama. Si aún tenía alguna esperanza de que llegaras a ser mía la di por perdida en ese momento.

Carola rozó su brazo con el de él y sonrió.

—Oh, Neville, eres el mejor amigo que una mujer podría tener.

—No me sonrías de esa forma o cambiaré de opinión —dijo él.

Ella le apretó el brazo.

Estaban casi llegando a la desembocadura del río cuando él se detuvo. Ella lo empujó hacia delante.

—¡Ahí está!

—Un momento, Carola.

Ella lo miró.

—Necesitas pensar en mí.

Ella asintió.

—Lo hago.

—No, pensar en mí en serio. —Le levantó la cabeza con su mano fuerte. Ella lo miró con sus inocentes ojos color café—. Maldición, cómo envidio a ese pescador —murmuró Neville.

Luego arremetió contra su boca rosada.

Ella lo apartó de un empujón.

—¡Tú!, ¡tú! —balbuceó—. ¡No debes comportarte de esta manera salvaje, Neville Charlton!

—La próxima vez que alguien te haga esto dale una buena patada —le aconsejó—. Ahora, acuérdate de mirarme a mí, Carola, no al pescador.

—¡No es un pescador! —dijo Carola, sonrojándose aún más.

—¡Buenas tardes! —dijo Neville. Dos hombres viejos estaban sentados al lado de Tuppy, pescando tranquilamente. Los hombres se pusieron de pie al verlos.

Carola tuvo la precaución de no mirar a su esposo, pero sí notó que la única silla disponible estaba a su lado. Comenzó a moverse en esa dirección, cuando Neville le cortó el paso.

Él se sentó y la miró provocadoramente.

—Siéntese sobre mi regazo, señora —dijo con una malicia inconfundible.

Los ojos de Carola se abrieron. Jamás en su vida se había sentado en el regazo de un hombre.



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