Drambuy en penumbra II by Sol Arenales

Drambuy en penumbra II by Sol Arenales

autor:Sol Arenales
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Novela
publicado: 2019-08-22T22:00:00+00:00


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—¿Cuál creéis que será su decisión…? —les pregunté una vez en casa.

Barsella miró a mi padre.

—Puede que le destierren o tal vez pidan consejo a los mayores —respondió este último.

Deambulé por mi antigua habitación descalza, iluminada por la luz de una farola que se filtraba a través de la ventana. Terry no había tocado nada, estaba exactamente igual que cuando me fui. Me acerqué al baño a cambiarme, necesitaba mantenerme ocupada para no pensar y me lavé los dientes, me recogí el pelo que unos segundos después solté. Acostumbrada a su baño me golpeé en el brazo dañado al salir.

—¡Ay! —murmuré.

El mío tenía un espacio muy reducido.

—Len, ¿va todo bien...?

—Sí, no pasa nada Barsella. —Fui de nuevo al dormitorio.

Me quité la parte de arriba del pijama, ya que la tela me producía escozor, lo tenía bastante inflamado pero no vi ningún moretón.

—Es demasiado pronto para que aparezca —dijo Barsella entrando con una bandeja—. He pensado que un vaso de leche con un calmante te ayudara a descansar y la inflamación bajará. —Señaló con la mirada mi brazo.

—Yo... Siento haberte hablado como lo hice.

—Si te soy sincera habría preferido que no hubieras salido en su busca... Se lo merecía y de nuevo se ha librado… —dejó la bandeja encima del escritorio, cogió el vaso y la pastilla y me puso cada cosa en una mano.

—Quiero asegurarme de que te lo tomas.

Lo hice mostrándola que no había ningún rastro del calmante en mi boca.

—Te dejaré que descanses...

—No, antes cuéntame por qué has dicho eso, hablas de Ben con odio —observé.

—Te has dado cuenta.

—La tensión que hay entre ambos es palpable.

—No he creído conveniente decírtelo, y ahora puesto que se ha dado el mismo caso… Len, la historia vuelve a repetirse y aunque me cueste admitirlo, le quise.

—¿Estuviste enamorada de Ben?

—Él de mí no, porque fue conocer a tu madre... No quiero entrar en detalles, con ellos recordaría lo ciega que estuve al amarle. —Su dolor seguía latente—. Como ya sabes y has comprobado, tiene un poder de atracción que le hace irresistible, pero yo fui descubriendo que tenía otras muchas cualidades. Siempre ha conseguido lo que ha querido, cualquier mujer que deseaba caía rendida a sus pies. Utilizaba (lo ha vuelto hacer hoy) esa parte frágil y sensible. Después comprobé su reacción ante Carissia, contigo ha sucedido lo mismo, cuanto más lo rechazabas más insistía llegando a producir varios enfrentamientos verbales con Ioban.

—No he notado esa insistencia de la que hablas —aclaré.

—¿No? Querida, todo cuanto te ha dicho y me has transmitido, ha sido para hacerte sentir culpable, sin mucha sutileza —reconoció —. ¿Sabes?, intercedí por él, qué tonta, pero en aquel momento sentí lástima, uno no puede exigir a la otra persona que lo ame, así que tu madre se lo hizo saber. Comprendí que no debía hacer lo mismo, obligarle a que me amase. Detrás de su belleza translúcida hay un ser orgulloso pero a la vez desdichado, deseando tener algo que no puede poseer; sucumbe a la mentira en su obsesiva rivalidad.



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