Dhamon: el héroe caído by Jean Rabe

Dhamon: el héroe caído by Jean Rabe

autor:Jean Rabe [Rabe, Jean]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: SF
publicado: 2011-06-03T05:00:00+00:00


Al descubrirlos Dhamon, echó una veloz mirada en dirección a Rig, que estaba absorto en una conversación con uno de los aldeanos. Luego volvió a mirar a Maldred y a Fiona que se besaban; los ojos del hombretón estaban fuertemente enredados en los cabellos de la mujer.

Dhamon se encogió de hombros y se sentó frente a Rig, entablando conversación con él para mantenerlo ocupado.

Preguntó al marinero sobre sus planes de boda y sobre si Fiona había conseguido convencerlo de unirse a la Orden.

Rig no tuvo inconvenientes en hablar de lo primero y prefirió evitar lo segundo.

—Nos casaremos el día de su cumpleaños, una tradición entre las mujeres de la familia de Fiona —explicó alegremente, aunque había un deje de irritación en su voz—. No falta tanto ya. Dos meses y medio. De hecho, hemos... —Sus palabras se apagaron cuando distinguió a la dama que avanzaba hacia ellos.

—¿Dónde has estado? —Rig se puso en pie rápidamente y le tomó la mano—. Has estado...

—Visitando a algunos de los aldeanos —respondió ella.

Dhamon se sobresaltó ante la mentira y se alejó; se encontró con Rikali, que estaba encaramada en una repisa desde la que se contemplaba Bloten. Al mirar por encima del hombro vio a Fiona y a Rig conversando.

—Fiona, ese Donnag está muy lejos de ser una buena persona —dijo el marinero, manteniendo la voz baja.

Y le habló del impuesto de leche y carne que se pagaba allí, de los elevados impuestos que los humanos soportaban en Bloten, del temor que todos sentían por el caudillo ogro. Cómo oprimía a todos los habitantes de su reino. Cómo los lobos se habían convertido en gigantes.

—Lo sé —respondió ella por fin, con expresión conciliadora y algo entristecida—. Y está bien que te preocupe. Me preocupa también a mí. Pero no podemos corregir todas las injusticias de este mundo, Rig. Hemos de elegir nuestras batallas. Y por malo que sea Donnag, la Negra de la ciénaga es mucho peor. El ogro protege a estas gentes de ella, y sus tropas se esfuerzan por impedir que el pantano engulla estas montañas. Así pues, ayudando a Donnag, combatimos contra ella. Si eliminas a Donnag, el pago de impuestos abusivos se convertiría en la menor de las preocupaciones de estas gentes.

El marinero permaneció sentado en silencio, digiriendo sus palabras.

—De todos modos no tiene por qué gustarme, ni tengo por qué estar de acuerdo contigo —repuso, suspirando mientras gotas de lluvia resbalaban por la punta de su nariz—. Y no tiene por qué gustarme el hecho de que vayamos a aceptar monedas y joyas para el rescate de tu hermano de esa criatura... malvada. Siempre y cuando cumpla su palabra, cosa que dudo. Y tampoco tiene por qué gustarme esta lluvia. Aquí hay algo extraño. Estas montañas deberían estar secas como un desierto.

—No hace mucho te quejabas de que no había llovido en semanas.

—Eso no quería decir que deseara que lloviera durante semanas.

Intentó rodearla con el brazo, pero ella volvió a incorporarse y se dirigió hacia el cobertizo que les



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