Después de diciembre by Joana Marcús

Después de diciembre by Joana Marcús

autor:Joana Marcús [Marcús, Joana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-02T00:00:00+00:00


13

Empezar de cero

—¿Cómo estás? —pregunté, un poco inútilmente.

Will conducía en silencio. Naya, a su lado, nos miró de soslayo. Solamente Jack me acompañaba en la parte trasera.

Se había pasado la mañana en silencio, pensativo, dando vueltas por la habitación. Al comentar la situación con Will, me recomendó que le dejara un poco de tiempo a solas. Cómo no, tuvo razón. Al mediodía apareció con las manos en los bolsillos y me pidió el folleto de la clínica de rehabilitación que había estado viendo.

En realidad, había ojeado más de una. No estaba muy segura del presupuesto que teníamos más allá de los veinte mil dólares que había cobrado del cheque de su padre.

Por suerte, Joey estuvo más que dispuesta a ayudarme.

La misma mañana que Jack me pidió ese folleto, vino a casa y entre ambas buscamos más información en Internet. Al final, escogimos cuatro clínicas distintas e imprimimos sus folletos. Admito que estaba un poco nerviosa cuando se los enseñamos a mis compañeros. Especialmente por Jack. No sabía cómo iba a reaccionar. Para sorpresa de todos, simplemente los cogió y lo rumió unas horas.

Tal como sospechaba, la que había elegido —cuyo precio no era el más elevado— le resultaba atractiva porque quedaba más cerca del piso. Se encontraba en las afueras de la ciudad, a una hora y media en coche. Si bien no podríamos visitarlo cada día, las otras estaban tan lejos que no podríamos haber ido a verlo ni una sola vez por semana. Además, por teléfono me habían parecido los más simpáticos: a diferencia de las otras clínicas, hablaban de sus huéspedes como seres humanos y no como números extra dentro de una larga lista.

Así que ahí estábamos, en el coche, de camino a la clínica. El poco equipaje de Jack ocupaba el maletero, y él no había despegado la mirada de la ventanilla desde que nos habíamos sentado. Quise preguntarle de nuevo cómo estaba, pero dudaba que fuera a responderme.

—¿Queréis escuchar un poco de música? —sugirió Naya, supuse que para romper el silencio.

—Vale —accedí.

Will también asintió con la cabeza.

Como Jack no dijo nada, ella lo tomó como una respuesta afirmativa.

La música amenizó el resto del viaje, e incluso llegamos antes de lo que me habría gustado. Una parte de mí estaba aterrada con la idea de dejarlo solo en un estado tan vulnerable, mientras que la otra estaba segura de que hacíamos lo correcto.

El lugar me pareció mucho más bonito de lo que había imaginado. Se encontraba en una zona bastante rural, rodeada de granjas y casas de campo, y la entrada consistía en una glorieta de naranjos en flor. El edificio en sí quedaba integrado en la naturaleza: las paredes estaban cubiertas de enredaderas, y las macetas de flores perfectamente cuidadas.

Jack también se sorprendió al verlo. Nada más bajar del coche, se hizo sombra con una mano y lo contempló con las cejas enarcadas. Estuve tentada a hacer alguna broma, pero no me pareció el mejor momento.

—¿Te gusta? —le pregunté.

—No está mal.

Era la primera vez en



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