Despedida de sangre by Burton Hare

Despedida de sangre by Burton Hare

autor:Burton Hare
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
publicado: 1982-06-30T22:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII

El coche estaba oculto en un recodo del camino desigual que conducía desde la calle, distante a un cuarto de milla, a la casa. Era un Sedán oscuro con bastantes años a cuestas según apreció Farrell tras darle un vistazo.

Un instante después estaba leyendo la patente de circulación, y allí se llevó la primera sorpresa. El auto estaba registrado a nombre de un tal Paul Newell.

Newell…

No podía ser otro que el pistolero que le condujera hasta la oficina de Barron.

Las llaves estaban puestas en el contacto. Dan condujo despacio hacia la casa rechinando los dientes, con el coche saltando y chirriando en los profundos baches del camino abandonado.

Paró el motor cuando llegó ante la puerta abierta. Fue en busca del hombre muerto y lo arrastró sin miramientos, dejando tras él una ancha huella roja en el suelo. Cuando lo hubo arrojado dentro del coche, sus manos estaban sucias de sangre.

Las restregó contra la tapicería del asiento posterior y tras esto se instaló de nuevo ante el volante y emprendió el camino del centro a creciente velocidad.

Pero no llegó a donde parecía ser su destino, sino que torció en el primer cruce de la carretera. Era un paraje desolado, sin una luz. Una zona que había sido parcelada y dividida en pequeños lotes de terreno en los cuales algún día se levantarían diminutas casas de madera, ofreciendo un triste remedio de libertad e independencia, mientras las mujeres y los chiquillos se gritarían de uno a otro jardín.

Farrell descendió del coche y quitó el tapón del depósito de gasolina, encendió una cerilla y la arrojó dentro.

El estallido casi le tiró de bruces cuando se alejaba corriendo. Volvió la cabeza y contempló la espeluznante hoguera en que se convertía el coche, su ocupante y las huellas que él hubiera podido dejar.

Tuvo que caminar más de cuarenta y cinco minutos hasta las primeras calles concurridas. Un taxi apareció en una esquina y lo llamó, dándole la dirección que leyera en los documentos del coche. Newell iba a tener una sorpresa que con toda seguridad no le gustaría.

* * *

Newell estaba derrumbado sobre una incómoda butaca, alumbrado tan sólo por una pequeña lámpara de sobremesa. Miró el reloj una vez más y no pudo contener un gesto de impaciencia.

Rígido a causa del apretado vendaje que rodeaba su muslo, contemplando el desorden que reinaba en el apartamento con un solo ojo sano, no era precisamente un hombre feliz.

A su lado, sobre una mesita, había una botella mediada y un vaso sucio. Un aparato de radio portátil, con el sonido muy bajo, dejaba oír una suave melodía a la que no prestaba atención, pendiente por entero del tiempo que transcurría implacable en una noche llena de incertidumbre.

La música cesó y un locutor de voz artificial y engolada dijo algo de un anuncio y luego dio la hora.

Newell soltó un gruñido. Algo debía haber salido mal. Estaba seguro. Recordaba a aquel demonio que le dejara lisiado y sólo con pensar en él los pelos se le ponían de punta.



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