Deseos del corazón by Christine Rimmer

Deseos del corazón by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2014-11-30T23:00:00+00:00


Capítulo 8

Walker se acercó a ella.

¿Cómo evitarlo? ¿Y por qué iba a querer evitarlo?

Por muchas razones. Pero no iba a pensar en ellas en aquel momento.

Ahora iba a saborearla. A probarla por segunda vez tras la noche anterior, cuando ella le agarró la camisa y atrajo su boca hacia la suya para darle una dosis deliciosa de todo lo que se estaba perdiendo.

Walker se apartó de la puerta y salvó la distancia que los separaba en tres largas zancadas.

Y por fin estaba ya delante de ella aspirando su aroma a cítricos y sosteniendo su cara de ángel entre las manos.

—Esto está mal.

Ella no apartó la mirada de la suya.

—Tan mal que está bien.

Walker inclinó la cabeza y le rozó los labios con los suyos. Le dolía el cuerpo por el deseo. Quería comérsela de un bocado.

Pero hizo un esfuerzo por tomarse su tiempo, por disfrutar despacio de su segundo beso. Ella suspiró y se abrió. Y él profundizó más, saboreándola. Confundido, bebió de ella.

Rory. Toda una mujer ya. Allí mismo. Entre sus brazos.

Ella susurró su nombre.

—Walker —su respiración resultó cálida y dulce en su boca.

Él le deslizó las manos hacia el cuello, disfrutando de la suavidad de su piel. Luego siguió por los hombros y los brazos hasta que entrelazó los dedos con los suyos.

—Walker —repitió Rory.

Lo dijo de un modo que terminó de desarmarlo por completo. Así que la atrajo más hacia sí y hundió la lengua en profundidad.

Rory se ajustó a su cuerpo rodeándole con sus suaves brazos desnudos.

—Walker —esta vez sonó más como una plegaria.

La conocía muy bien. Conocía su belleza, su fuerza, su ansia de vivir y disfrutar de cada experiencia. Conocía su franqueza y su modo de actuar tan directo. Su disposición para el trabajo. El sonido de su risa, la forma de su boca. Su corazón, que era grande y generoso.

Pero no la conocía de aquel modo, el de una mujer que deseaba.

La acarició y obligó a sus impacientes manos a ir despacio, a acariciar la forma de su espalda hasta la base de la espina dorsal… y más abajo. Rory se le arrimó más alzando las caderas, presionándolas contra él.

Un gemido profundo le surgió de la garganta. Le sostuvo otra vez la cara entre las manos y apretó la frente contra la suya tratando de calmarse un poco, de atemperar su deseo.

—Si seguimos así vamos a terminar usando el escritorio de Ryan.

Rory posó sus labios en su palma y le mordió la almohadilla del pulgar, provocándole un escalofrío de deseo y haciéndole gemir otra vez.

—Estoy dispuesta —dijo con voz profunda—. Aunque no exactamente preparada.

—Yo tampoco. —Walker no había pensado en llevar preservativos, no había ni soñado que pudiera necesitarlos.

Y ahora que lo pensaba, de ninguna manera. Allí no. No encima del arañado escritorio de su hermano en la trastienda de McKellan’s. No para su primera vez.

—Rory —le deslizó las manos por la satinada melena. Porque podía. Porque aquello estaba ocurriendo de verdad. Ella lo deseaba y él también y nada iba a detenerlos ahora.



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