De La Noche a La Mañana by Federico Jiménez Losantos

De La Noche a La Mañana by Federico Jiménez Losantos

autor:Federico Jiménez Losantos
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Economía, Política
editor: La esfera de los libros
publicado: 2006-09-30T16:00:00+00:00


La música de La mañana, las promesas y los fichajes

Las convenciones de la COPE, que es lo que se celebraba en Santiago ese mes de julio, funcionan de una forma muy rara, aunque por lo visto es igual de rara en todas las radios. A veces van cien directores regionales y comerciales y otras veces llegan casi a trescientos, no sé si porque van con la alternativa sentimental o con la legítima para hacerse perdonar la solución alternativa. Todo depende de cómo vaya la casa y dónde sea la convención: si es en Baleares o Canarias, lleno; si no es sitio de playa, los justos, sin pareja y excusas piadosamente aceptadas. En estos últimos años, es todo bullicioso y formal, aburrido y pasable. Pero en aquel verano de 2003 el bullicio era de camposanto y estoy seguro de que para nadie era aquello un viaje de placer. Los directores teníamos que presentar nuestros proyectos para la próxima temporada, pero de los cuatro grandes programas diarios, sólo Abellán seguía en los deportes y Cristina continuaba en La tarde. Apezarena dirigiría La linterna y yo tomaba el relevo de Luis en La mañana. La expectación se centraba, lógicamente, en las novedades. Sobre todo en ver qué podía hacer yo para enderezar el rumbo de la empresa, si es que todavía se podía hacer algo.

En el avión a Santiago fui apuntando en la última página de un libro las cuatro cosas que debía decirles a los directores de emisora, gente a la que no se puede engañar, porque las ha visto de todos los colores, ha asistido al entierro de formidables proyectos, muchos de ellos antes de nacer, y no compra duros a cuatro pesetas. A veces, ni a cinco. Antes de entrar en la sala donde se arengaba a las descreídas huestes coperas, estuve sentado un rato con Barriocanal en la puerta y creo que sólo entonces me di cuenta cabal del desengaño generalizado y de la escasa confianza en el futuro que había en todos los ámbitos. Lo único que me pidió fue que dijera que iba a cumplir los horarios para que las desconexiones locales, que dan paso a su publicidad, no se quedaran fuera de tiempo un día tras otro. Julián Velasco, jefe de los comerciales, me pidió un concurso, porque los concursos siempre habían funcionado bien de audiencia y podríamos patrocinarlo. Y don Bernardo me había pedido que, sobre todo, transmitiera tranquilidad y confianza. Yo estaba bastante tranquilo y tiendo a confiar excesivamente en mis posibilidades, pero el problema no estaba en el emisor sino en el receptor, que había perdido mucha fe.

En un momento dado, se oyeron unos tibios aplausos. Y Barriocanal me dijo:

—Bueno, te toca a ti. A ver si los animas un poco.

—Voy a prometer sangre, sudor y lágrimas.

—Eso está bien porque te dará credibilidad, pero si, además de lágrimas, les prometes alguna alegría, tampoco vendrá mal. Llevan ya mucho disgusto encima.

—Y los horarios.

—Eso es fundamental. Les gustará mucho oírlo. Si lo cumples, ni te cuento.



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