Días violentos by Rocco Sarto

Días violentos by Rocco Sarto

autor:Rocco Sarto
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
publicado: 1982-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo V

FUE un fin de semana estupendo. Jogging por la mañana, caminatas después del desayuno, almuerzos y cenas gratos, mucha conversación y la estupenda discreción de Buddy y Kay. Anne y yo tuvimos infinidad de momentos para recluirnos en la cabaña de huéspedes y jugar al hombre-hematoma y la odalisca-sensible.

El lunes por la mañana me vestí procurando no despertar a Anne.

—¿Qué hora es? —preguntó.

—Hora de comenzar a trabajar —repliqué.

Se sentó en la cama y la sábana se deslizó de su torso desnudo. Tenía los senos tibios y arrebolados, el rostro dolorido y los ojos muy abiertos.

—¿Me llamarás esta noche? —insistió.

—Te lo he prometido.

—Me gustaría ir contigo. Gino es mi amigo.

—Ya hemos hablado de ello, muñeca.

—Prométeme que no harás… —se interrumpió y movió la cabeza a derecha e izquierda—. Está bien, no me comportaré como una esposa fastidiosa. Sólo recuerda que te quiero.

La besé en los labios y aspiré el perfume de sus senos.

Salí de la cabaña antes de que su fascinación me enredara para siempre y esperé a Buddy junto a la puerta del garaje. Apareció un minuto después y emprendimos la marcha hacia Nueva York.

—¿Dónde te dejo?

—En la esquina de la casa de Birdie. Tengo que hablar con él.

—¿Y luego?

—No será fácil contactar con Mariello. Sin embargo, aunque yo no moviera un dedo sus gorilas vendrían a por mí. Todo es cuestión de tiempo.

—Anne es una muchacha estupenda, Kam.

—Sí, es maravillosa.

—No cometas ninguna tontería. ¿De acuerdo?

—Regresaré y pasaremos un delicioso invierno de ocio en la cabaña. Tú podrás controlar mi presión arterial y recitarle poemas a Anne. Me portaré bien. No te preocupes.

Cuando descendí del coche me estrechó la mano con tanto afecto que no pude inventar ningún comentario jocoso para alejar la seriedad del momento.

Caminé hasta el edificio de Birdie, llamé el ascensor y estaba aguardando su llegada cuando el conserje asomó su rostro de pájaro por el ventanuco de su cubículo.

—Hola. Busco a Birdie —dije.

—Oh, sí, Birdie… está muy solicitado últimamente —comentó, y ocultó el cráneo gris. Una señal de alarma se instaló en mi cerebro. Subí al ascensor y me bajé en la quinta planta. Luego continué por la escalera, pegado a la pared. En la sexta planta procuré escuchar algo, pero no recibí ningún sonido aleccionador. Continué subiendo y llegué, por fin, al rellano de Birdie.

La puerta de sus habitaciones era la última y estaba ligeramente abierta. Una musiquilla pegadiza brotaba de un aparato de radio.

Saqué el Magnum y lo sostuve delante de mi rostro.

Un escalón crujió en el tramo de la escalera que conducía al terrado y yo retrocedí y oculté parcialmente mi cuerpo en el ángulo del rellano. Había dos puertas más. Una correspondía a la cocinilla de Birdie y la otra estaba clausurada desde hacía años.

Escuché el chasquido de una cerilla al encenderse y luego apareció una nube de humo.

El tipo estaba vigilando la escalera. Seguramente sentado en un escalón. Tenía que pasar delante de él para entrar al cuarto de Birdie.

Un grito apagado y desgarrador me llegó claramente desde más allá de la puerta entreabierta y ya no pensé nada más.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.