Cumplimiento de palabra by Corín Tellado

Cumplimiento de palabra by Corín Tellado

autor:Corín Tellado [Tellado, Corín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1961-12-31T16:00:00+00:00


VIII

Celso terminó su último pitillo y se retiró. Atravesó la casa, sin encontrar a nadie. Todas las luces estaban apagadas. Solo bajo la alcoba de Ana, se filtraba un rayo de luz.

No se dirigió a su cuarto. Necesitaba hablar con alguien, y para él, alguien era Nazario. Empujó la puerta de la alcoba de este y cerró tras de sí.

—¿Dónde estás?

—Aquí —dijo una voz ronca y diferente.

Avanzó a través de la estancia y encontró a Nazario derrumbado en la cama como un fardo. Una tenue luz portátil le daba en la cara.

—¿Qué te pasa? —preguntó Celso, sentándose en una butaca frente a él.

Nazario no respondió. Parecía pálido y agotado.

«Por lo visto —pensó Celso— hemos venido aquí a amargamos la vida».

En voz alta preguntó:

—¿Puedo saber lo que te pasa?

—No puedo más.

—¡Ah!

—Si para usted esto es un juego divertido, para mí, no…

Solo cuando recuperaba su personalidad de Nazario, lo trataba de usted.

—Explícate, caray, antes de condenarme.

—Para usted esto es un juego.

—Menos tratamiento, Nazario. Hazme el favor de recordar que soy tu secretario.

—Lo diré todo —se sentó en la cama—. ¡Oh, sí! Yo no aguanto más esta situación. Yo nunca creí que amar a una mujer significara tanto para el hombre. Y estoy loco, loco por ella, y no la comprendo. —Se llevó las manos a las sienes—. No puedo comprenderla.

—Cuéntame lo que te ocurre, y tal vez te ayude a comprenderla yo.

—Tú eres demasiado de esta vida. Te aferras a las pasiones. No posees un espíritu que pueda juzgar a una joven espiritual como Ana.

—Oye, oye… ¿Sabes cómo me estás poniendo?

—Lo siento, Celso.

—Muchacho, yo nunca estuvo interesado por una mujer determinada, y, no obstante, hoy me siento… ¿Cómo diría? En cierto modo ligado a la secretaria de ojos picaros, tan grises y tan… ¡cielos!, tan expresivos. Pero no me voy a morir por ello.

—Ni te casarás.

—No, por mil demonios. Yo no soy tan impresionable como tú.

—Estoy enamorado de una mujer que te pertenece a ti.

—No —se impacientó Celso—. Yo renuncio a ella por mi gusto. Nadie me obliga. Es más, después de conocer a Laura, no podría casarme con Ana por nada del mundo. Lo cual indica que te has enamorado de una mujer que puede amarte libremente.

—Pero perderá su fortuna.

—¿No estás tú aquí para defenderla y proporcionarle otra con tu trabajo? Yo te ayudaré a subir. Tan pronto termine este lío, tú no volverás a ser mi secretario. Serás un gerente, el principal, de mi compañía naviera.

—No trato de sacar provecho de esta situación —apuntó Nazario con acento cansado—. Las cosas empezaron en broma, y para mí terminan muy en serio… No puedo contar con nadie para consolidar mi futuro. Lo que desearía es que ella renunciara a todo por mí. Y cuando hablamos de la situación económica, parece huir.

—¿Le hablaste… de eso?

—Le dije que si no poseyera un céntimo…

—Mal hecho, Nazario. Tú lo que tienes que hacer es ilusionarla.

Nazario se puso de un salto en pie y exclamó, indignado y dolido:

—Todo en tu provecho. No eres noble, Celso. Té olvidas de todo, con tal de conseguir tu objetivo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.